sábado, marzo 07, 2015

LA SOCIEDAD DE LOS MUERTOS




En el palacio de las flores,
los muertos se excusan de no respirar,
viven solos
pero en comunidad,
sin democracia
ni tiranía,
sin versos ni serpientes,
solo un par de cartas escritas en mármol
que dicen menos de lo que valen,
y un gran hermano con sueldo mínimo
que a ratos se pasea
con un balde lleno de agua
o con una linterna
y con las piernas temblando.

Allá donde termina el pabellón seis,
el muerto Manuel lleva años en la misma historia,
descansar en paz no es solo mirar la tierra,
sino también ser tierra,
la rebeldía se le  quedó en el quirófano,
del  que ninguno de nosotros
logró sobrevivir.

A la larga,
no somos más que un mito  escondido bajo una cruz de cobre,
un responso de nostalgias familiares,
receptores de lágrimas culposas,
clientes de lo que no existe,
confesionario de las carnes urgentes,
en busca de perdón o silencio.

Bajo tierra el mundo no es más que una puerta con candado abierto,
el vecino es un anciano que no molesta,
al otro lado hay un purgatorio abierto esperando hospedaje,
el pasaje es un paraíso en revolución constante,
sin esquizofrenia apocalíptica que temer,
sin odios ni violencias que atender.

La anarquía desconcierta hasta a los gusanos,

aquí la vida se nos quema en la puerta del horno.