sábado, enero 16, 2016

FUGADO



No abras la puerta,
que la desgracia la escribí
con la almohada de mi bisabuelo.

No abras la puerta,
que no quedarán toallas
para secar tanto llanto
y tanta sangre,

no abras la puerta,
que la vida se nos termina
en la tina,
con los ojos flotando,
con la prensa afuera grabando,
con mi cuerpo escapando.

Madre ¡que no abras la puerta!
que para eso escribí esta carta.

El aguacero siempre viene con la carne muerta,
que al final guardamos
bajo tierra.

No abras la puerta,
que he cometido infamia,
Dios no estuvo para sanarme,
menos estará para salvarme;
que mis hijos me perdonen,
que mi mujer lo sufra,
solo yo merezco vivir.


Del perdón, es el reino de los suelos.