lunes, diciembre 03, 2007

LA AMILOLA II



Hoy hablé contigo de mis versos,
porque te ví golpeando la puerta de mi terno,
golpeabas y golpeabas mientras mis manos comenzaban
a danzar descontroladas por la frecuencia de un puto parkinson,
y ante tus ojos me instalaba la máscara
para evitar cualquier denuncia de la sangrienta batalla
que tienen a mis neuronas atrincheradas,
evitando la masacre de hasta la más escondida y silenciosa hormona,
porque el miedo de soltar el puño oculto entre los bolsillos
podrían en un respiro dejarte sin vida,
botada y tendida sobre mi sombra besando hasta la última gota de mi saliba,
que poco te estiman por haberlas dejado así frente a la más
negra de las sillas,
perdidas entre tanto llanto en medio de vientos solitarios.



¿Ves lo que produces? ¿Sabrás que desde ahora mis noche están muertas?,
Porque no habrá inconciencia que me impida sentarme como niño
a mirar las estrellas,
y pensar que la luna nos tiene a los dos enfocados
mientras el mundo eyacula ronquidos hasta que el gallo diga
que todo no existe,
y que sólo está presente el lado cursi de mis sienes
que empiezan a pensar que tú poco es lo que me quieres,
y hacer bla bla del pesimismo causante de aquel delirio
que nos hizo separarnos justo cuando comenzaba a amilolearme.



¿Dejarás ya la ignorancia,
y te darás cuenta que mi cuerpo es un sismo ante tu vientre?



Comprenderás, amilola mía, que solo el diminuto segundo en que
decidiste en mi rostro rozar tu mejilla para efectuar el protocolo de
saludo,
bastó para hacerme perder la vida, para quitarme la razón
y hacer vibrar mi cabeza buscando alguna imagen descansada
entre la línea que me hace amarte y a veces odiarte,
vaya incertidumbre,
si por momentos quisiese callarte y robarme tus labios,
porque mientras parlan tu vocablos contándole a mi oído
de un qué sé yo de tu vida,
imagino verte desnuda así sentada
en el pasillo que ahora nos cobija,
haciendo de antiguos amilolos
y jugando a que el tiempo no existe,
como en estos segundo me está graficando el recuerdo.



Pero pasa que sigues moviendo tu boca,
no callas y yo soy un sordo ante tu figura,
porque quiero raptarte los ojos y dejarlos de por vida
sobre mi pecho,
tomarte y desearte hasta que muera mi cuerpo,
todo esto mientras me sigues diciendo que tu vida poco es lo que
camina,
que sonrisas tienes de habernos visto luego de quién sabe cuanto tiempo,
y más bla bla que sólo me alimenta la rabia estrepitosa
de que te hagas la desentendida,
y no aciertes la comprensión
de que muero con cada letra tuya,
que estoy encarcelado desde hace más de una hora
entre el tibio aliento que tu voz vomita hacia mis sienes.



Y sé quizás que estas letras de poema no tengan nada,
pero poco me importa,
porque hoy no quiero ser poeta, sino confesante,
y así no le miento al cielo si le digo que hoy te amo,
así de fácil,
hoy digo que te amo incluso con la toxina que me trae recordarte,
te amo cuando me insulta tu cabeza,
cuando me dices que ya no tienes lágrimas
para telefonearlas cuando te sientes sola,
te amo circunscrito con la idea de saber que serán agendados nuestros cuerpos
para brindarle honores al tiempo
que hoy, me convenzo, por el vital descanso de mi cabeza,
sólo y nada más que esporádicamente nos debiera juntar.


No hay comentarios.: