jueves, febrero 21, 2008

EN ESA BURBUJA



Aún siquiera entraba en ese país del que no sabemos,
pero los extasiados ojos siempre fueron los mismos
cuando me hablabas del sentido de un par de letras
que el nihilista Brecht escribía en cada obra,
o cuando lograba divisar tu angelino rostro
mientras yo repetía el incansable discurso del rojo político,
con copas que eran vasos,
y un vino que no fue más que una botella de cerveza,
húmeda y excitante,
en medio de esa Burbuja llena de mesas,
cada una portando algún mensaje para estirar los labios
y botar más de algún gesto que nos permitiera hacer una pausa,
y escuchar el silencio de esa bella melodía
que sigue aun sonando
en todo los momentos que mis sienes me llevan nuevamente a esa Burbuja
para decirme que sigo todavía
en ese país del que no sabemos,
aún cuando la muerte fornicó los años de la mujer
con cara de pena,
y que la tiene respirando hombres
en algún otro suelo,
lejos de donde se vive realmente esa burda palabra
que me la callo para no ser cursi.


Recuerdo también tu ensombrecido rostro,
mas ese crudo aliento de soledad sobre tus lentes,
que fueron el imán hacia mi almohada
que supo de la indisciplina hormonal
que hizo enamorarme más allá del tiempo,
más allá de donde vegetan mis años
vividos en ese espacio cubierto de botellas
y un par de carteles que me recuerdan
que el cenicero tiene forma de burbuja.


Quisiera entonces rebotar mi cara
hacia donde pernocta la razón,
y no tener que volver a tomar ninguna pluma
para terminar mojando las botas
por esos dos litros de alcohol
que te sirvieron para embriagarme hasta estos días,
solo con aquel mensaje sobre la etiqueta de la botella,
y que hoy ni siquiera recuerdas.


Pero sucede que la vida no es más que un pasaje hacia la muerte,
por lo que nada más quiero volver a sentarme solamente en ese pasado,
y sentir el hormigueo sobre las manos
recibiendo la tímida avalancha de frío que las yemas
de tus senos violentaban en mis ojos,
recién queriéndonos,
recién empezando a vivir con la cabeza
en todo este mundo
que para tu cuerpo y el mío
no fue más que una bella y simple burbuja.

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