Lázaro, camina hacia Morandé,
siéntate y reza,
que los hijos de Dios se colgaron las armas
y le dispararon a tus hermanos,
porque pensaron que la palabra historia
no podía escribirse con letras rojas.
Lázaro, levántate y sube hacia la azotea,
esquiva esos mensajes de fuego,
saca la bandera y huye de los aviones,
que tu Dios pilotea la sangre
que caerá sobre el suelo fértil de la humanidad.
Lázaro, levántate y anda,
esconde la bandera
y cuéntale a los vecinos
que Cristo es una víctima más,
y llora moribundo en una cárcel
donde sus descendientes lo torturan;
cuéntales que sus discípulos atentaron contra su cruz,
para incrustarla en el pecho de un pueblo vulnerado,
que domingo a domingo le regalaban el barniz para embellecerla.
Lázaro, aléjate de ese falso padre nuestro,
que no es más que un poema mal hablado
de los pecadores,
hoy vestidos con el hábito verde
y con el cáliz de olivo.
Lázaro, tu templo tiene hombres desnudos
que lloran el recuerdo de una biblia que no existe,
mientras gritan que Dios celebra la libertad
a punta de tanques besando la tierra.
Lázaro, siempre fuiste torpe
que diste férrea lucha al Salvador,
pensando que era el anticristo,
y amaste a los hombres vírgenes,
que creíste dueños de la palabra,
y que hoy te tienen encerrado,
esperando caer junto al cantante de folclor
que hoy todos recordamos.
Lázaro, te han dormido los hijos de Dios,
y ya no tienes cómo caminar
porque la tierra está destruida,
y los rezos ya son sordos
en un templo que se embellece
con el oro que alguna vez cosechaste,
Lázaro, muere tranquilo,
que Dios te esperará en el cielo,
porque sus hijos con sotana,
a él también lo mataron.