viernes, junio 03, 2011

8 DE OCTUBRE



Podría vestirme de salvaje,
erguir la corbata, aparecer en un slogan
y ser candidato;
podría ser famoso apareciendo en la televisión,
usar lentes oscuros
y abrirme la camisa creyendo iluso,
que cautivo tu poética atención;
podría ser más normal
y despertarme con el termómetro
pidiendo auxilio;
podría salir a caminar en la barbilla de tu edificio,
de madrugada y seduciendo a la delincuencia;
podría enfrentarme con ellos
y colgar sus cabezas como medalla;
podría ser un fiscal o un militar,
rezar versos que no entiendo,
desfilar frente al presidente
y adorar a los chicago boy’s,
para impresionarte con un buen trabajo
y viviendo en un buen barrio;
podría ser exitoso
y pasearte en la depresión urbana,
luciendo sobre mis cuatro ruedas
un amor cinco estrellas
en un motel cinco estrellas,
podría pagarle a un poeta callejero,
y recitarte como los travestis,
una hermosa canción erótica,


podría cambiarme el nombre
o nacer de nuevo,
y de seguro no acabaría sentado sobre mis palabras,
esperando que te bajes del auto
con un ramo de quimeras
debajo del pañuelo que tanto te gusta,


no atendería el detalle de tu rostro,
que pestañea con risas
cada vez que te pones nerviosa,
no sería carne ni herejía,
no haría de ti
un trabalenguas que no sepa declamar,
no repetiría tantos versos
ni sacrificaría el saludo por la mañana,
solo por no saber cómo mirarte,


no podría dejar de pensar
en cómo acosarte,
en cómo acostarte impúdicamente
con la ironía de un amor
debajo de las sábanas,


no podría con los sesos,
que en la soledad, me roban el llanto
y la sobriedad,
y la humildad que respira con espanto,
cuando tiendo a perderle el miedo
a ser adulto.


Quiero regalarte una santidad,
quiero entregarte la verdad,
de madrugada y con una bata en el diván,
quiero que engendremos libros,
que el cementerio se aleje de nuestra mesa
y que el calor, se escriba en poesía.


Quiero verte en el espejo,
sin botas y con mini,
quiero verte como en el estadio,
camiseta blanca en el Suzuki,
quiero que controles mi wiskhy,
con tu Coca Cola Zero,
quiero que no te importe mi locura,
que yo me quedo con tu dulzura
haciéndome reflejos,
como los viejos,
contando las horas para reir,


y si la trova me mata,
como lo hizo antes,
será mientras coreamos juntos
cada letra de esta hoja,


y si tú me matas,
perdónate,
porque no sabes lo que haces.