miércoles, octubre 23, 2013

LA SOMBRA DEL CAÑÓN



A pie sobre la puerta híbrida,
donde se divide la vida y la muerte,
descanso - bajando la voz – para que nadie escuche,
y aunque grite
nadie escucha,
y aunque llore,
nadie escucha,
y aunque calle,
nadie escucha.

A pie sobre la sombra,
se ve la ciudad y sus cirios,
las ampolletas apagan la luz del cielo,
la luz del cielo, ciega los ojos,
los ojos, hablan con silencios que prefiero callar,
porque al final del día,
aunque caigan las palomas descuartizadas,
nadie habla,
nadie reclama,
porque nadie escucha.

A pie sobre el piano,
donde se escribe la última estrofa del día,
suenan los sueños
que se pierden en la ducha,
los disparos cantan más fuerte que los pianos,
las capuchas,
esconden ciudadanos,
los rostros,
se acobardan en la lucha.

Soy la sombra del cañón,
la sombra  que se resguarda
hablando con los hombros,
bailando con la bella,
escondiendo la mano ante el miedo o la ignorancia;

soy la sombra del que muere en el intento,
viendo como caen los inmortales,
que caen como mariposas en invierno,
solas al final del día,
como arcoíris sin colores,
en medio del mar con brújula incompetente,
como un árbol en la greda,
solos donde no exista más que soledad,
donde la dignidad, también queda sola
en el diccionario.

A pie sobre el cañón,
escucho la última explosión del día,
han muerto los pájaros,
las voces,
y yo seguiré en la sombra,
nadie escucha, porque nadie quiere escuchar,
la cobardía no será asunto de estado,
siempre,
siempre habrá alguien dispuesto a morir
por mi felicidad.

miércoles, octubre 16, 2013

LA CALLAMPA



El cemento,
la cancha de baby futbol
y las luces que nunca encienden,
el aire tóxico sobre la berma,
la esperma
sobre el papel de los que ya no están,
ánimas contra la pared,
nuestro rostro moribundo agacha la cabeza,
identidad o cárcel,
exilio parece buena opción,
la gripe en el pasaje tres,
la espera de la jeringa,
no hay doctor,
el frío, el calor, la noche,
el hambre,
la muralla gigante al final de la frontera,
desde donde se escuchan a lo lejos
las voces de los felices que nacieron felices,
de las tortas en el basurero,
de la abundancia,
de los autos blindados, de los cuerpo blindados,
inocentes, culpables,
responsables o ignorantes,
¿cuántos de ellos despertarán mañana?

La guerra fría no ha muerto,
segregamos la conciencia
con la pared que no nos dejan cruzar,
allí el sol, aquí la noche,
¿para qué cruzar?
La vida eterna es un bien de consumo,
mi vida, un precio del capo,
mesías del cristo pobre
del que todos saben,
pero nadie habla,
¿para qué hablar?
El miedo es su mejor ejército,
¿cuánto tiempo nos queda?

Al otro lado del río aprendí  
que la vista se pierde cuando no se quiere ver,
nadie me ve
escondido en el árbol
con la vecina,
nadie se acerca a la esquina
si no es para vestirse de cliente,
nadie juega al carcelero,
nadie escribe cartas porque el cartero
nunca llega al pasaje tres,
nadie quiere ser alcalde,
nuestro pésame diario
taladra nuestra vida 
que cabe en un balde.

Aquí tuve miedo y placer,
los rezos, los pesos,
el jardín de rosas verdes
en el patio trasero,
la muerte como cancionero nocturno,
el veneno en el tambor,
el amor, el dolor,
la sangre perdiéndose en la cuneta
como se pierde un fósforo en la cocina,
como se pierde la cordura en la cantina,
el silencio, mío, de él, de ellos,
de nosotros,
¿cuántos ángeles vivirán hoy?
Todo es un simposio de cristales quebrados,
de intelectuales baratos al otro lado de la frontera,
de guerreros sin causas en este lado del río,
el Sean, el Johny, el Brian, el Byron,
cuántos más cambiarán las hojas
por el plomo,
tres botellas por un libro,
y les queda el cambio.

Aquí nací y aquí moriré,
como murieron los que nos alcanzaron a atenderse,
esperando que los que vengan
traigan consigo
mucho más que un discurso
bajo el chaquetón,
sin agujeros que lamentar,
sin más corazones
que descuartizar.

sábado, octubre 05, 2013

SIN NOMBRE



A metros
la piel mostaza se me vuelve roja,
los ojos me tiemblan
en cada facturación del minutero,
frente a frente,
soy un niño con pelo en el cuerpo
y dientes de maíz,
con olor a marihuana bajo la axila,
con sabor a soberbia entre las cejas,
con valentía para mirar de frente
y no de costado,
para no recular con la garganta tiritando,
cuando esos ojos florales y silvestres,
me saluden un lunes por la mañana,
a metros de mi oficina sin puerta,
sin escritorio, sin cliente.

Puede que no exista una próxima vez,
que mañana sea como ayer
y ayer como mañana,
puede que se me vayan de la cabeza
los pensamientos,
la memoria,
puede que recupere la razón
cuando ella pierda la locura,
que me vuelva invisible,
como biblioteca muerta
en el país de los generales,
como la esperanza en un cementerio,
como las guaguas en los genitales,
puede que me parpadee la voz
para responderle cualquier cosa
que no sea un estupidez,
puede que me equivoque,
y viva para contarlo.

Pero no tengo más que a mi papada vergonzosa,
tragando saliva cada cinco segundos,

¿ qué hacer cuando te tirita la mandíbula,
de nervios, de placer,
de saber que ante tus ojos,
 la estructura de carne y hueso
te ha dicho hola?

Soy un hombre libre y con barriga,
eco de un suicidio frustrado,
la consecuencia de un cromosoma liberado,
exitoso,
ahora sentado como los pianistas
que enamoran a su piano,
pero no me alcanza para pianista,
no me acuerdo de su nombre,
menos de un pentagrama,
sí de su color de uñas
del pañuelo gris saboreando el cuello,
de mis mejillas estirando una expresión,
me acuerdo de vez en cuando
que nací para ser un hombre libre
follando por las grandes alamedas,
los autos, las calles, la gente,
el edificio, la bandera, el paradero,
las veredas,
los ambulantes y los traficantes,
todo gira entorno a lo cierto
y a lo falso,
a lo que existe,
y a lo que no,
lo imaginario queda en los libros,
donde no estoy yo
pero si ella,
que es donde alcanzará la vida eterna.

Los libros nunca mueren,
tampoco esta sensación  de fin de mundo
cuando me regala una palabra,
respiro, agito, subrayo,
esquivo,
prendo la luz sobre el cráneo
para convencerme
que a la larga quiero que seas
lo que es un arma para un desquiciado,
lo que el agua es para un de-saciado,
lo que es la vida, para un desahuciado.

Yo quiero ser
lo que es para ti tu mini falda.