miércoles, noviembre 09, 2011

VIDAS A LA GRACIA



Fue una mujer a quien la primera vez,
abracé en llantos,
se llama Marisol,
quien vistiendo el coraje campesino,
me puso el overol
y a poco gusto me regaló los pañales de la revolución
que en el mundo ya estaba terminando,
pero como mi madre es una diosa,
me obligó a seguir estudiando,
por si entre cada cosa revoltosa,
en un calabozo yo terminaba dormitando.

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Buenos días, a mis amigos que ya no están,
Buenas tardes, a los libros que me permiten saludarlos,
buenas noches a mis queridos enemigos,
a quien les debo la moral y la decencia,
de saludarlos con los dedos en el ombligo,

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Y allí crecí con la foto de un asesino colgando en la pared,
uniformes cargando fusiles aceitosos,
escenas de papeles rojos escondidos en el inodoro
porque el general, de lentes oscuros,
quería salvarnos del terrorismo.

También vi a periodistas asustados,
vi artistas pintando con sangre
sus cantos de libertad,
vi a mis compañeros derechistas,
vi a mis hermanos izquierdistas,
vi a mi padre sonreír,
solo por sonreír,

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El silencio es el mejor aliado de la injusticia,
y usted, señor acomodado,
lo amo porque usted ama su riqueza,
el amor está en todos lados,
el odio, se lo regalo,
para que junto a esos papeles rojos,
que nos obligó despreciar a punta de metralletas,
también usted las bote por el inodoro.

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La primavera la vine a conocer en el patio de mi casa,
recuerdo que la chica era una puta fácil, pero dócil,
bastó que me besara el cuello
para soltar mis armas y levantar la bandera blanca
que al final nos cubrió de la brisa,
maldita brisa ingrata que a la mañana siguiente nos traicionó,
el frío me delató…

pero después vino la poesía,
y la alevosía,
la autoría de mi propia biografía,
que con epitafios terminaré de escribir,
el día en que la misma lanza
que atravesó a Cristo,
se digne a matarme también a mí.

Siempre fui un adicto a la sonrisa,
y a la soledad,
me enamoré tantas veces,
como los intentos que hice
para escribir este antipoema,
también fui adicto a Nicanor,
a mi descolorido color,
porque fui siempre mejor atorrante,
que buen amante.

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Mi delito es ser un resentido de mierda,
rebelde hasta con la rebeldía,
inquisidor con los putos genocidas,
olor a insecticidas que les inyectaría sin piedad,
y con fuego pidiendo participación,
tal como y sin terror,
renegaron de mi amigo Rojas de Negri,
a quien nunca conocí,
pero que después seguí,
por el honor de no despreciar
lo que la humanidad quiere de los humanos.
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Hoy tengo panza y menos ambición,
la universidad me regaló un poco de libertad,
y la hermandad, la encontré en cada canción
que salió para recordar,
que detrás de cada rostro fruncido,
siempre hay un poco de emoción.

Podría darte la vida, si me lo pides,
Si tu me regalas la memoria,
y un poco de dignidad,
un poco de historia para retroceder,
y así detener la bala que encontró a José Carrasco Tapia,
o al cura Juan Alsina,
sanar las almas de los sin vergüenzas,
que se llevaron a Nattino, Guerrero y Parada,
al último viaje, que 30 años después, no termina.

Que Dios se apiade del pasado,
y que la paz no se transforme en un bien de consumo,
ni en soberbia de banderas,
que el hijo del fascista,
tiene el mismo pene,
que el hijo del socialista.

Quiero vida eterna para la vida.

Los viejos amigos que se van,
siempre saludan a distancia,
en las canciones, en la poesía,
y usted, señor lector, será un viejo amigo,
y espero que yo,
cuando pase a escribir bajo la tierra,
también lo sea para usted.