martes, octubre 09, 2012

CASTRO CAMERA


Por la solera,
lo vi salir hacia la esquina,
donde una luz parpadeante
a sus amigos,
les gritaba con bastones y armas,
el derecho escrito sobre un papel;

él, rompió el papel,
y la luz se lo llevó esposado
hacia la oscuridad.

No hay más amor
donde reclamar,
el dolor,
quedó incrustado 
en la piel colorida,
manchada,
algún trozo de cara
se lo llevó el bastón,
tal vez hacia su casa,
tal vez a la estación.

Cuántas cabezas rojas,
llegaron pidiendo ayuda,
cuántos cristianos escondieron el rosario;
los pañuelos,
ahora son para limpiar la sangre,
colgando en aquel barrio marginal,
de San Francisco.

Dos besos más,
y Dios bajará orgulloso
a condecorar la blasfemias de dos penes enamorados,
mas todo lo que tienen,
es una calle donde respirar,
un bar añejo,
donde poder caminar.

Allá afuera,
hay más muertos que vivos
enseñando libertad,
allá afuera, viven los ejecutivos,
escasea la fantasía,
faltan las estrellas,
sobre la policía.

Yo me pregunto si puedo hacer algo
50 años después,
él mira su tumba,
queriendo volver a ser candidato.

Y podría ahora, escribirle una biografía,
decir que es un lunar en el planeta
a punto de ser extirpado,
podría hablar del pecado,
que significa escribir esta poesía,
mientras en la fotografía,
Nicoletta viste de soldado,
dispuesto a entregarle la vida,
aunque sea por cortesía.


Quién diría que fue el blanco,
el color de la muerte.

La dignidad se guarda el precio
cuando se busca la libertad,
el hombre,
siempre fue hombre,
con el maquillaje en los ojos,
o con la corbata
entrando a la alcaldía.

Cristo es un esclavo de su propia cruz,
los demás solo viven,
porque hay que vivir.

La revolución se pinta de color rosa,
los poetas, se miran en sus libros y escriben,
yo miro a sus esposas,
el amor se tomas las calles,
Smith, el amante,
se toma el whisky,
la pasión sobre el panfleto
abre el clóset de la ciudad,
yo mientras, busco la dignidad,
quemándole el vestido a Anita Bryant,
aplaudiendo por una vez a Ronald Reagan,
exigiendo igualdad,
para tener derecho,
a ser parte de la realidad.

¿Te sientas hoy a fumar?,
ya no hay luces parpadeando en la esquina,
ahora siguen tu funeral,
que pese a los años, aun no termina.


A la memoria de Harvey Milk
...

miércoles, septiembre 19, 2012

CORTADO



Dime lo que hay que hacer,
y lo que hay que decir,
dime si es necesario tener el vaso lleno,
o la camisa abierta,
los zapatos de cuero,
una sonrisa,
un llavero,
un cinturón de gamuza
colgando en la entrepierna;
dime si es necesario el amor
o solo la galantería,
que yo para discursos
solo tengo la intención
y no el talento.


Voy en cacería buscando la intensidad,
sin rifles ni municiones de calidad,
solo tengo un par de neuronas
que se preguntan sobre la eternidad,
que allí entre el bar y la escalera,
aparece con total honestidad.


La divinidad vestida de mezclilla,
yace en los acordes que invento
en los segundos posteriores
que comienza a hablar,
la miro y admiro,
y yo no sé qué decir,
ni cómo decir lo que no sé decir,
aunque hago el esfuerzo por sobrevivir,
las cuatros horas de vida
que le restan a este lugar.


Los tacones solo me avisan la tempestad,
yo pido un poco de piedad
para este inexperto,
que en eso de conquistas caras,
siempre termino muerto.


Y sé que te escondes entre la gente,
junto al garzón,
sé que usas la razón
para mentir, para huir,
yo uso una canción
para sonreír,


y cuando te tengo frente a mí,
hablo y canto,  bailo, hablo y vuelvo a cantar,
la música es una excusa para un encuentro,
la noche sigue,
y mi boca es un funeral en caravana
con destino al suelo,
¿de qué sirve tanto intelecto?,
si en el centro de la pista,
se me caen los defectos
como primaveras agonizantes,
delirantes,
estado de shock y una medicina insuficiente,
terminan con mi honor pidiendo ayuda,
a la pareja excitada que baila al lado mío.


Cierro la puerta por fuera,
ella,  buscará a otro
que le cuente historias sinceras,
moteleras,
yo me voy con los lentes puestos,
con el lápiz y el papel sobre el asiento de copiloto,
esperando la soledad,
que en definitiva es con quien siempre
termino haciendo el amor.


viernes, junio 15, 2012

OJOS DE CORÁN



Amén con su vestido corto,
el sacristán la quiere saludar,
Cristo se ha desclavado
renunciando a la castidad,
yo he despertado,
un poco más allá
de la eternidad.


Abre sus brazos y saluda,
yo escondo la mirada,
para no ser descubierto,
ella se sube al auto,
yo a la imaginación.


Me tomo el desayuno
en ayuno,
leche con lactosa
y un poco de otra cosa,
me sirven para volver a caminar,
haciendo muecas a las princesas
mientras dejo de fumar,
y se me cruzan las quinceañeras,
la virilidad y la pubertad,
una noche de salsa
y un poco más de libertad,
vuelvo a vivir sin tener que morir,
vuelvo a escribir,
sin tener que escupir.


La herejía la dejamos en el bolsillo,
la eucaristía, la llevo en el corazón,
mientras a ti te dibujo sobre un cajón,
junto a Dios espiando en el pasillo,
por eso te pido, nena, un poco de discreción,
para que el diablo no tenga una justa razón,
de cerrarnos para siempre, la puerta de su castillo.


Ay! de la maldita sacristía,
me despierto solo en la contratapa de un libro,
calentando agua en el desierto,
congelando arena en un teatro,
y esto no fue más que absurda una fantasía,
con sueños colgando de mi cuaderno de inglés,
con mi canción rebotando en tu bretel,
con mi ropa de burgués,
arrancando de la policía.


Mi fusil lo llevo hasta que me mires,
mi corazón, no es más que un pedazo de pan
para Enrique Iglesias,
voy a la guerra hasta conseguir una anestesia,
para tus balas del Corán,
para morir de todo, menos de amnesia.


Tienes una biblia con piernas desnudas,
un eclipse de reflejos,  que me dejan perplejo,
yo te escribo, y te quedas muda,
puede ser que me mientan los espejos,
pero me tienes a aquí,
y sin embargo, te sientes viuda.


Esperaré hasta que muera el día,
e inventaré una excusa,
un café de merluza
y alguna otra rareza,
no me quitarán la certeza,
de que tu eres la musa,
y si me doblas la mano,
y si me cierras los ojos,
y si te lanzas al fuego,
me cambiaré el apellido al italiano,
tal vez me quite los anteojos,
y soporte quedarme ciego,
pues no solo ternura tiene un verso,
también suele ser perverso.


La mujer, es la versión perfecta del hombre,
ella, es la versión perfecta de la mujer.

sábado, abril 07, 2012

EL SUDARIO DE LA RIBERA



¿Cuántos metros tiene el puente?,

cuántas súplicas al borde de la muerte,
cuánto plomo sobre el callejón,
precio del grito,
sin misericordia de los impunes
que olvidaron la necesidad,
que escondieron la razón,

¡Válgame Dios la oportunidad!,
el pescador encapuchado,
se cubre el rostro con dignidad,
levanta los brazos,
vómitos de frustración
contra el uniformado,
que con armadura
olvida el corazón;

y una tregua excepcional
hace de los fierros naranjos
una pasarela en medio de la montaña
para adultos con necesidad,
para esclavos, de la eternidad.

¿Cuántos Jesucristos salen a la mar?
¿Cuántas cruces mueren,
bajo el escritorio de un ministro?

El rezo se hace en medio de las bombas,
la eucaristía, cae junto al chorro de agua.

Mahuen cambió las luces rojas de un semáforo
por la sangre hirviendo de una fogata,
yo cambié mi objetividad frente a la pantalla,
mucho más que por un beso en la mejilla,
¡qué mas da!,
el mundo cambió su perpetuidad,
por un centenar de industrias.

El honor nunca usa corbatas,
el amor, tampoco se viste de uniforme.

¿sabes navegar, amigo periodista?
la naturaleza toma palco
y la costanera, nos guiña el ojo,
la vergüenza cruza la Ribera Sur en helicóptero,
nosotros la cruzamos en bote.

¿Puedes negarle un beso a la niña enferma?,
¿puedes tomar el ramal, y golpear la espalda de aquella anciana?
¿puedes acaso aprobar una hidroeléctrica?
yo puedo mentir para vivir,
pero no puedo vivir para mentir.

Sepa usted entonces,
que la fertilidad no solo se da en el vientre,
sino también en la tierra.

El agua cae de arriba hacia abajo,
de abajo hacia arriba,
de río a río,
llueve con desgarro, insaciable,
y el verde,
pinta los cerros en medio de las casas,
ha muerto el Ozono
y sin embargo,
sucede que aquí
no hay agua ni calor,
el dinero,
busca conciencias
para hacer el amor.

Me pregunto ahora que estoy acá, hincado en la burguesía,
¿podré volver a sentarme con Dios, al final del día?
¿cuántos santos le golpearon la puerta al señor ministro?
El carpintero sabe tan poco de política,
como el abogado sabe tan poco de barrendería.

Yo me quedo en la desesperación,
usted sabe que en el bolsillo,
está la solución.

No mas me queda decir
que nunca olvide,
que el mundo, la vida, el planeta,
todo, parte desde el sur.

lunes, abril 02, 2012

EL PENÚLTIMO RESPONSO



Tengo los 26 años adentro del cajón,

grupos de personas alrededor,
un recuerdo,
las 37 mujeres
a quienes en una sola cama
les habité las entrepiernas,
tengo un reloj de imitación,
unas gafas sucias,
una canción,
y una carta de mármol,
en un pequeño parque
lleno de cruces.

La guitarra a veces encuentra funeral,
porque un cancionero
también es un epitafio,
y a la larga,
la vida también
vive para morir.

Yo escribo sobre la mesa,
la última mirada hacia atrás,
los años de carnaval,
los bailes en el colchón
a medianoche y sin pastillas en el velador,
y guardo mis errores en la cabecera,
y juego en un manicomio
a ver quién es el verdadero genio,
y juego en el Paseo Ahumada,
a ver quién es el verdadero loco.

Estoy muerto y con los ojos abiertos,
me bebo los últimos secretos del bar,
golpeo al vendedor,
me golpea el cuidador,
y vuelvo a llorar;
la imagen tan severa, me desespera,
¿qué dirán mis putas, viéndome estallar?,
qué dirá Javiera,
a quién no he vuelto encontrar.

No quiero a los curas hablando de moralidad,
no quiero flores,
ni lágrimas en el altar,
tal vez Kurt Coubain tocando el Ave María,
haría de la virginidad,
el único pecado original.

Pero tengo un traje gris para la ocasión,
los rockeros, ¡ay! de mis amigos los rockeros,
sacudirán sus cabezas,
y los trovadores, mirarán el suelo,
mientras yo dormiré sobre un papel,
que necesita su historia,
habrá un poco de melodía,
y un cóctel a la entrada del dormitorio,
esperando que esa tal García,
se digne a aprobar mi exhumación,
antes, mucho antes
de que termine el día.

jueves, enero 12, 2012

El Rey del Acordeón



Termina la sinfonía,
la luz cierra la cortina
y la agonía
queda sobre el vaso de los oyentes
que piden silencio,
y volver el tiempo atrás.

No hay más escenarios,
el Rey se va sin despedir
y se esconde en su madriguera,
donde ya nadie lo molestará,
ni con dinero, ni con amor.

El público llora porque quiere cantar,
el público canta, porque quiere llorar,
el acordeón suena porque tiene que sonar
y otro hombre toca,
porque lo quiere homenajear;
la gente mira,
los vecinos miran,
la libertad se va con él,
con su manta y su sombrero,
las chuchadas escritas en el libro de condolencias
y el último mate,
sigue burbujeando,
en la canción final que todos entonan,
después del último suspiro.

El Rey tiene sueño,
se acabó el concierto,
no hay tiempo ni lugar,
solo una biblia con la cual conformarse
y una fiesta vestidos todos de charros,
Los Hermanos Bustos,
su primo Antonio Aguilar, que nunca conoció,
la cerveza, el vino, la bebida,
el consomé, la carne de cordero,
la ensalada y las lágrimas levantando las copas,
en la mesa familiar,
donde hasta el trono,
llora en el pentagrama,
el último minuto de libertad.

El Rey del Acordeón,
dio la vuelta hacia el camarín,
el público,
se ha quedado sin bailarín,
ahora a cambiarse de ropa
y a guardar el último boleto,
que la caravana
llega hasta donde espera
la ciudad de las cruces,
allí le cantaremos nosotros,
el verso inmortal sobre el mármol.

Los músicos han cambiado de escenario,
siguen formados esperando la señal,
el Rey duerme, nadie lo molesta,
los demás lo despiden,
yo escribo la última canción
mientras el teatro se cierra,
porque la función terminó,
el abuelo ha muerto
y todos lo lloramos.