jueves, julio 28, 2011

OLD LOVE



Tengo una declaración escondida en la guantera,
papel ardiente e impaciente
que brilla entre recuerdos
y desencuentros,
letras con fusil y rosas negras
recitando epitafios a esa despechada,
que desde hace un año atrás,
en realidad nunca estuvo despechada.


Maldita sea mi conciencia y mi virilidad,
maldita mi cama de dos plazas,
la ciencia, la experiencia,
y la humildad de mis dos tazas
que nuevamente me sientan junto a ti,
mirándonos las caras y las intimidades,
recordando los versos de José Martí
mientras le hacía el amor al amor,
por un pueblo
que nos heredó la vida y la libertad.


Más digo la verdad,
si me pregunto qué hago ahora aquí,
en la quinta de whiskhy,
qué hago perdiendo el equilibrio
y la realidad,
haciendo poesía en el deseo de una noche
que nos eligió,
para hacernos malas compañías.


Y de allí bajaron las melodías,
las cuerdas de tu ropa desvaneciendo el frío y la oscuridad,
olores a alcoholes excitados
queriendo romper la barrera del pudor,
que entre los dos, nunca existió.


Por eso te besé
desde la frente hasta la pantorrilla,
por eso nos fumamos el reloj,
la biblia y el balcón,
por eso abrazamos incluso el filtro de tu cajetilla,
para que no te olvides de mi y de mis ronquidos,
de mis jadeos, mis veladores, mi cubrecama,
para que recuerdes mis estribillos entre las almohadas,
y mi preferencia por la orilla,
para que sepas que la vida dura mucho más que una canción
o que una homilía,
recitada por algún pedófilo al interior de una capilla.


Y sin embargo me dices
que la libertad se te escondió por la ventana,
que la suciedad se te entremezcló con mi nombre
en medio de las sábanas,
y que ahora tendré que esconder las manos
para hacernos creer
que la vida es del color que tú piensas,


y sin embargo, yo quiero abortar,
quiero robar y rodar,
quiero escribirte en la servilleta
que las cadenas son para los negreros
y no para los guerreros.


Pero me reprimo, y no quiero,

pero me deprimo y tampoco quiero,


más solo tengo tinta para escribir

que no me pidas que te deje dormir
si ya no puedo,
no me obligues a volver a recitarte con ropa,
que entonces me tendré que acostar con las copas,
que hasta altura parecen más fiel.


Maldigo esta desesperación,

y desespero esta maldición,
porque simplemente
no puedo seguir esquivando mi cabeza,
porque tengo la certeza,
que desnudos, seríamos más feliz.