lunes, junio 30, 2008

EL HOMBRE


El mercado me dijo,
cuando recién era un niño,
que tu rostro tenía una hermosa barba anaranjada
y ramillante,
ojos nórdicos y piel delicada,
mejillas de modelo millonario
y pelo a lo David Beckam en su mejor momento,
me dijo que tus pectorales tenían la forma de deportista,
y que hablabas inglés pese a no ser gringo.


Tanta cosas que me dijo el mercado,
que fuiste virgen,
porque desear a una mujer era pensar como tu enemigo,
y que no era necesario comprender,
sino que aprenderse de memoria
tu gran poema, y el de tu madre,
para poder llegar a ser cristianos
hijos del cielo,
me dijo también que había que pensar en el pobre
que ni dinero ni poder tenía,
pero que el socialismo era del diablo,


y que el paraíso tenía edificios
con gente golpeándose el pecho,
cortándose la carne para volver a ser hombres buenos
y seguir ahogando las poblaciones,


me dijo que la política era para los adinerados,
pero tu fuiste un gran político y eras pobre.


Me enseñó que desde niño fui un pecador,
por más buen hijo que haya sido,


ay del mercado!


que también me dijo que debía de visitar
por una hora,
su casa de cristal y cruces de mármol,
cada vez que terminara la semana,
para que cuando nos toque dormir
podamos jugar con las flores
y perdernos en la travesura del bosque
que tendría que cobijarnos,


me dijo que el comunismo
siempre fue una bazofia de penes sucios
que tienden a asesinarte para conseguir adeptos,
y que era mejor jugar con la bolsa de las torres que no existen
a que portar cacerolas en las tierras injustas y hambrientas,


acá en Chile siempre me dijeron que debía de apoyar
en todos los debates, al general de lentes oscuros
y con mirada de muerte,
porque de él era el reino de los cielos,


también aprendí que las batallas dadas en la cama,
debían ser solo entre erecciones y túneles húmedos,
porque dos misiles juntos no eran sinónimo de buena crianza,
mucho menos de dignidad,


supe también desde la cuna
que no debía preguntarme cómo fue tu historia,
porque el famoso libro es infalible,
y yo solo soy de carne y hueso,


entonces me resfriego la cabeza
consultándome si estaré loco
por verte realmente en mis sueños
con una túnica rasgada y sucia,
de mal aliento,
de cara redonda y cabello al ras,
rostro oscuro carente del sex appeal
que este mercado insiste en mostrarme,


quizás deliro cuando te imagino pateando el trasero
de quien dice ser tu primogénito,
lleno de joyas y oro americano,
el mismo que le robaron a Atahualpa
en las pirámides del sur,


y es que no te veo en ese palacio sucio
saliendo a la alcoba para que te besen los pies,
porque mientras aquello pasa con tus herederos,
caminan tus manos aun sangrando
por los suelos infectados de la sarna histórica
que significa el pueblo con millones de anochecidas caras,
desnudos y huyendo de las serpientes,
del apetito y un par de cocodrilos que corren
para cumplir el mandamiento de la revolución industrial,


apareces,
muy lejos de los banquetes dados al interior de la Italia,
sobándole el cabello al escuincle solitario,
que cada noche ve pasar sobre su cabeza
un millón de ruedas gritándose los techos,


estás ajeno a la seda,
porque tu ropa no tiene fama,
sólo tienes un cuerpo impropio de la imagen que los habitantes de tu casa
le muestran a la naranja de Copérnico,


pero yo no me confundo,
porque cada vez que en el ombligo del urbanismo
aparece un anciano hediondo y barbón
pidiéndome que no toque mis bolsillos,
sino que le regale mis oídos a sus llantos,
ahí, en la médula de sus córneas,
y en el corazón de mis sienes,
es donde veo, disfruto y converso con él,
El –verdadero y único- Hombre.

miércoles, junio 18, 2008

AFÁN DE VIDA




Mi nube tiene un par de butacas,
un balcón a orillas del concierto que
ese enorme charco de agua,
que tiende a mandarse solo,
interpreta cada vez que se enoja con la tierra movediza,


también están tus pechos jugueteando al desnudo,
y que tiene hasta al mismo Dios
preguntándose si eres soltera,
está mi mano derecha tocando tu barriga
y la izquierda secando en la rodilla la sangre traviesa
de nuestra pequeña infanta
que insiste en calcar tu rostro
cuando los años le pasan,
pero que tiene mis ojos, mi nombre,
mi boca y algún otro rasgo que nos hace pertenecer
al mismo anhelo de ser humanos,



mi nube dice que estoy destinado a morir
junto a la tántrica relación
de este lago furioso, a cual le llaman pacífico,
y la estrella madre que gusta estar arriba
para sentir el placer de dominar el día,
y matar la noche,
me dice también que tuve razón de enamorarme
sólo una vez,
de ser ese mentecato energúmeno
que tuvo que comerse varios infiernos
cuando los años recién le tocaban los dedos,
para terminar escribiendo este y más versos,


la nube,
que no calla y vomita, vomita y vomita
tus pies descalzos perdiéndose entre la espuma salada,
vomita mis pies descalzos tapándote las huellas
bajo la tonada de ese horizonte azulado
y cielo anaranjado,
que alguna vez nos dibujó ese amigable pintor
varios años antes, para el 16 del quinto mes,


ay de la nube que me cuenta sobre el blanco de mi cabello,
me dice que el tiempo fue el que me nevó la cabeza,
pero que no me cortó las sienes
que me hacen seguir dependiendo del cole,
ay nube,
que me haces ver sentado en el viento
escribiendo un par de otras letras que aun no existen,
mientras la Masiel sigue jugando cerca del muelle
sacándole la lengua a las olas,
aun cuando la piel nos diga que ya no somos simples adultos,
aún cuando las guaguas ya tengan autos,
y sean los que nos compren los viajes a la hermosa Cuba,
a Rapa Nui o a algún bosque perdido en el aire austral de nuestro sur,
aun cuando tengamos que recurrir de vez en vez a la resistencia de esa varita
que nos hace estar de pie frente al cansancio,
aún ante la decadencia de la infancia
es que permaneces haciendo castillos de arena,
escondiéndote de la marea y de mis ojos,
para luego secuestrarme los párpados con el espíritu de hada de cinco años
que a pesar de tener a nuestros embases al borde de la siesta
me siguen enamorando cada segundo
en que la vida me continúa dando momentos para quererte,


pero la nube tiende a veces a ponerse gris,
y votar sobre mis afán de vida
la lluvia incansable,
tal como cae en la lengua de mis pantalones
la otra lluvia que nace de mis ojos,
todo por saber que ahora insiste en contarme,
sin el menor de los cuidados,
que tiendo a soñar historias que no serán reales,
y que siempre son las nubes, tristemente,
las que me las cuentan.

domingo, junio 01, 2008

PARA EMPEZAR EL DÍA


Quiero descender,
húmedo,
en los sonetos de tus pechos,
y masturbar tu entrepierna
con la saliva de mi muerte.


Inundemos los sexos,
exploremos la savia de los miembros,
y bebamos de tu himen,
mientras tu vientre caiga de mi boca,
mientras tu boca caiga de mi vientre,
y sintamos la sangre enajenada
rondando en los gemidos
de la noche que se va suicidando.


Afirmemos la sábana
y bañemos el sudor,
porque no seremos padres,
y el día recién se asoma,


tomémonos de los ombligos
para seguir montados,
mientras busque dentro de tu cuerpo
no con mis ojos,
la vasija donde dejar mi herencia,
y poder empezar la jornada
guiñándonos los ojos.