miércoles, septiembre 19, 2012

CORTADO



Dime lo que hay que hacer,
y lo que hay que decir,
dime si es necesario tener el vaso lleno,
o la camisa abierta,
los zapatos de cuero,
una sonrisa,
un llavero,
un cinturón de gamuza
colgando en la entrepierna;
dime si es necesario el amor
o solo la galantería,
que yo para discursos
solo tengo la intención
y no el talento.


Voy en cacería buscando la intensidad,
sin rifles ni municiones de calidad,
solo tengo un par de neuronas
que se preguntan sobre la eternidad,
que allí entre el bar y la escalera,
aparece con total honestidad.


La divinidad vestida de mezclilla,
yace en los acordes que invento
en los segundos posteriores
que comienza a hablar,
la miro y admiro,
y yo no sé qué decir,
ni cómo decir lo que no sé decir,
aunque hago el esfuerzo por sobrevivir,
las cuatros horas de vida
que le restan a este lugar.


Los tacones solo me avisan la tempestad,
yo pido un poco de piedad
para este inexperto,
que en eso de conquistas caras,
siempre termino muerto.


Y sé que te escondes entre la gente,
junto al garzón,
sé que usas la razón
para mentir, para huir,
yo uso una canción
para sonreír,


y cuando te tengo frente a mí,
hablo y canto,  bailo, hablo y vuelvo a cantar,
la música es una excusa para un encuentro,
la noche sigue,
y mi boca es un funeral en caravana
con destino al suelo,
¿de qué sirve tanto intelecto?,
si en el centro de la pista,
se me caen los defectos
como primaveras agonizantes,
delirantes,
estado de shock y una medicina insuficiente,
terminan con mi honor pidiendo ayuda,
a la pareja excitada que baila al lado mío.


Cierro la puerta por fuera,
ella,  buscará a otro
que le cuente historias sinceras,
moteleras,
yo me voy con los lentes puestos,
con el lápiz y el papel sobre el asiento de copiloto,
esperando la soledad,
que en definitiva es con quien siempre
termino haciendo el amor.