La dama
blanca tiene mucha sangre,
sus dedos
apuntan al piso,
corren
todos,
gritan
todos,
lloran
todos,
la luz de la
virgen que no es virgen
cerró sus
ojos frente a mi rostro,
gracias a
una navaja,
fría y borracha,
que ya nadie
sabe donde está.
¿Quién pudo
confundir de tal forma
un verso con un epitafio?
Todos llegan
pateando la puertas
todos dan
órdenes,
se tapan la
cara,
todos me ven
con la última copa de vino
sobre el velador,
todos me ven
con lástima y odio,
se piden
explicaciones,
me piden
explicaciones,
mas yo solo
miro los restos de luna llena
que caen
sobre el patio.
¿Cómo
explicar
algo que no
viví
o que no me
acuerdo que viví?
Tengo un
nudo de serpientes que se derriten en mi cabeza,
un par de
recuerdos alegres
y una
sensación de no sé qué,
podría en
este momento
subirme a un
pentagrama,
y ponerme a
cantar canciones de amor,
mientras la
mujer de los versos tristes
yace boca
abajo,
pidiéndome
que deje de cantar.
Ayer la vi
caer del tobogán
con la
tráquea intacta,
rubia,
vestido al aire,
piernas
desnudas,
bustos siderales,
caía del
juego con los brazos abiertos,
yo prendía
fuego,
quería
charlar con algún experto.
Hoy en la
mañana
la vi entrar
portando un vaso,
hoy en la
mañana,
yo supe de
mi nuevo fracaso,
no hay a
quién preguntar,
no hay con
quién hablar,
yo hice lo que
hice
sin saber
que lo hice,
ni por qué
lo hice,
ni a qué
hora lo hice,
Bienvenida será
a mi jaula,
de color
blanco y desde hoy
con lentes
de gran hermano,
aquí haré mi
futuro,
lejos del
ayer que me condena,
lejos de mi
memoria,
que no sabe
de las dos mujeres
que ya no
existen,
lejos de los
que dicen,
que fui yo
el que lo hice.
Hoy,
Solo sé que
en mi pieza
hay un puzle
sin cabeza,
literal.