Se fueron
cayendo uno a uno,
tan miles y
tan negros
como piso de
peluquería,
se fueron
perdiendo como angelitos esteparios
abandonando
al cristiano
al final del
túnel,
no hubo más
que hacer,
mi cabeza
fue un planeta sin vegetación,
la peineta se
guardó
con el
llanto bajo el colchón.
Nunca me
sentí tan interesante,
nunca tantas
mujeres
se giraron a
verme tan seguido,
quise abrirme
al mundo
y el mundo
me terminó abriendo la cabeza,
ya comienzo
a contar el descuento de esta historia
que muy
pronto aseguró su final.
Al la larga
no somos más que carne y hueso,
luego un
recuerdo, luego un olvido.
Vivimos todos
en un mundo estéril,
porque siempre
hemos querido ser estériles,
yo quiero
vivir y no puedo,
otros pueden
vivir y no quieren,
yo lucho en
una fría sala de hospital,
otros se
rinden sobre el último piso de un edificio,
vivimos en
un mundo estéril,
porque
siempre quisimos ser estériles.
Caen todos y
en distinto lugar,
los ojos, la
conciencia, el amor,
perdimos
todo
cuando
tuvimos todo,
y cuando
tuvimos nada,
nos
acordamos de respirar,
algunos por
cuenta propia,
otros
entubados,
como desde
donde yo comienzo a cerrar los ojos,
ya no hay
más que hacer,
ya no hay
más que decir,
ya no hay
más que pensar,
volveré a
ser libre,
desde otro
lugar.