domingo, junio 10, 2007

LLANTOS DE FUEGO

Poema


La noche fue tribuna
del cierre melódico de los cantos
que atacaron la fiesta de cenizas
lloriquenates de una casa.


Las cuatro perlas,
hijas del anillo enamorado,
urdían la inocencia de sus muertes;
cuando sus dueños, los amantes,
se ahogaban en las aguas de la impotencia.


Los soles duermen,
mientras el aire intoxicado
circunda las pasiones de las paredes
extintas en el ocaso.


Arde el silencio,
también las voces de unos niños,
dibujados por el fuego caminante
que intrusea los pasillos,
calcina las sonrisas,
e incendia los recuerdos dolorosos
de las cuatro sombras infantes,
que dijeron adiós
a los relojes que amanecían.


Se derraman luego los llantos,
carbonizados en los nichos de refugio
eterno en los respiros de las quejas,
que en la ilegalidad de la vida
estarán por las tardes jugando
a ser ángeles protectores.


En tanto, los amantes,
enemigos de la memoria,
consumen la ambivalencia
furibunda del futuro,
que decide separarlos
para que naden en libertad
sus mentes aterrorizadas.


Hoy es el sollozo
y no el recuerdo
el hijo único
de sus indiferentes almas.




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