Quiero descender,
húmedo,
en los sonetos de tus pechos,
y masturbar tu entrepierna
con la saliva de mi muerte.
Inundemos los sexos,
exploremos la savia de los miembros,
y bebamos de tu himen,
mientras tu vientre caiga de mi boca,
mientras tu boca caiga de mi vientre,
y sintamos la sangre enajenada
rondando en los gemidos
de la noche que se va suicidando.
Afirmemos la sábana
y bañemos el sudor,
porque no seremos padres,
y el día recién se asoma,
tomémonos de los ombligos
para seguir montados,
mientras busque dentro de tu cuerpo
no con mis ojos,
la vasija donde dejar mi herencia,
y poder empezar la jornada
guiñándonos los ojos.
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