lunes, abril 02, 2012

EL PENÚLTIMO RESPONSO



Tengo los 26 años adentro del cajón,

grupos de personas alrededor,
un recuerdo,
las 37 mujeres
a quienes en una sola cama
les habité las entrepiernas,
tengo un reloj de imitación,
unas gafas sucias,
una canción,
y una carta de mármol,
en un pequeño parque
lleno de cruces.

La guitarra a veces encuentra funeral,
porque un cancionero
también es un epitafio,
y a la larga,
la vida también
vive para morir.

Yo escribo sobre la mesa,
la última mirada hacia atrás,
los años de carnaval,
los bailes en el colchón
a medianoche y sin pastillas en el velador,
y guardo mis errores en la cabecera,
y juego en un manicomio
a ver quién es el verdadero genio,
y juego en el Paseo Ahumada,
a ver quién es el verdadero loco.

Estoy muerto y con los ojos abiertos,
me bebo los últimos secretos del bar,
golpeo al vendedor,
me golpea el cuidador,
y vuelvo a llorar;
la imagen tan severa, me desespera,
¿qué dirán mis putas, viéndome estallar?,
qué dirá Javiera,
a quién no he vuelto encontrar.

No quiero a los curas hablando de moralidad,
no quiero flores,
ni lágrimas en el altar,
tal vez Kurt Coubain tocando el Ave María,
haría de la virginidad,
el único pecado original.

Pero tengo un traje gris para la ocasión,
los rockeros, ¡ay! de mis amigos los rockeros,
sacudirán sus cabezas,
y los trovadores, mirarán el suelo,
mientras yo dormiré sobre un papel,
que necesita su historia,
habrá un poco de melodía,
y un cóctel a la entrada del dormitorio,
esperando que esa tal García,
se digne a aprobar mi exhumación,
antes, mucho antes
de que termine el día.

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