viernes, junio 15, 2012

OJOS DE CORÁN



Amén con su vestido corto,
el sacristán la quiere saludar,
Cristo se ha desclavado
renunciando a la castidad,
yo he despertado,
un poco más allá
de la eternidad.


Abre sus brazos y saluda,
yo escondo la mirada,
para no ser descubierto,
ella se sube al auto,
yo a la imaginación.


Me tomo el desayuno
en ayuno,
leche con lactosa
y un poco de otra cosa,
me sirven para volver a caminar,
haciendo muecas a las princesas
mientras dejo de fumar,
y se me cruzan las quinceañeras,
la virilidad y la pubertad,
una noche de salsa
y un poco más de libertad,
vuelvo a vivir sin tener que morir,
vuelvo a escribir,
sin tener que escupir.


La herejía la dejamos en el bolsillo,
la eucaristía, la llevo en el corazón,
mientras a ti te dibujo sobre un cajón,
junto a Dios espiando en el pasillo,
por eso te pido, nena, un poco de discreción,
para que el diablo no tenga una justa razón,
de cerrarnos para siempre, la puerta de su castillo.


Ay! de la maldita sacristía,
me despierto solo en la contratapa de un libro,
calentando agua en el desierto,
congelando arena en un teatro,
y esto no fue más que absurda una fantasía,
con sueños colgando de mi cuaderno de inglés,
con mi canción rebotando en tu bretel,
con mi ropa de burgués,
arrancando de la policía.


Mi fusil lo llevo hasta que me mires,
mi corazón, no es más que un pedazo de pan
para Enrique Iglesias,
voy a la guerra hasta conseguir una anestesia,
para tus balas del Corán,
para morir de todo, menos de amnesia.


Tienes una biblia con piernas desnudas,
un eclipse de reflejos,  que me dejan perplejo,
yo te escribo, y te quedas muda,
puede ser que me mientan los espejos,
pero me tienes a aquí,
y sin embargo, te sientes viuda.


Esperaré hasta que muera el día,
e inventaré una excusa,
un café de merluza
y alguna otra rareza,
no me quitarán la certeza,
de que tu eres la musa,
y si me doblas la mano,
y si me cierras los ojos,
y si te lanzas al fuego,
me cambiaré el apellido al italiano,
tal vez me quite los anteojos,
y soporte quedarme ciego,
pues no solo ternura tiene un verso,
también suele ser perverso.


La mujer, es la versión perfecta del hombre,
ella, es la versión perfecta de la mujer.

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