Aquí termina
y comienza el día,
palpitan las
manos,
suda la
razón;
aquí
comienza la locura,
el verbo que
estremece,
el cuerpo
como estatua;
aquí me
tiemblan las piernas,
se me acaba
la voz,
se me caen
los versos,
aquí se me
accidenta el control,
el dolor de
barriga,
soy un
muerto respirando.
Aquí
recuerdo que el alzheimer
es la unción
de los ancianos,
y la
memoria, el castigo de los enfermos,
aquí no sé
si el sur está en el norte,
o el norte
en el oeste,
no sé si soy
parte de un mito,
o de una
realidad cuestionable,
plausible.
Los colores
bailan y se entrecruzan,
la
revolución nunca fue tan real,
atrás todos
gritan,
en los
autos,
en sus
vidas,
todos
reclaman,
mientras yo
no puedo siquiera
levantar las
manos al volante,
mi cerebro
en estado antártico,
me congeló
la voluntad.
Pero no miro
para atrás,
no porque no
quiera,
sino
sencillamente no puedo.
Soy un libro
en este estado vegetal,
el taco, a
mi espalda, desespera,
las bocinas
desesperan,
la mujer
saliendo del gimnasio, desespera,
dos minutos
pueden ser 100 años,
y yo llevo
seis sin poder moverme,
la barbie
vestida de sport
que deja el
palacio del sudor
es mi ex
mujer
y se ha ido
de la mano con otro.