lunes, julio 09, 2007

HISTORIA DE AMILOLOS

Poema


Nunca fue culto ni soberbio,
tampoco cuico ni galán,
solo un hombre con gustos de hombre
y pensamiento femenino,
atrapado en la banalidad y la ignorancia
del desconocido amor estupefaciente.


Ella, mientras,
fue el galope de los años,
hecho dones de belleza desnuda en su silueta,
rebelde de intelecto y emociones,
a veces cercana a la muerte,
a veces vestida de sangre
y compañera de los llantos,
pero radiante ante la masa,
subida al acorde de su rostro fantasioso,
bello, dulce y pulcro,
como el eco anaranjado de la tarde
murmullando el aullido de unos cuerpos enamorados,
o quizás como la agonía degollada en las sonrisas ,
o como el hambriento vagabundo hablando de su vida
ante un inventado buen amigo.


Quién sabe, quien sabe de lindas letras
y jubilosos versos,
que logren si quiera
producir el aroma de sus ojos.


Mas fue que un día sin momento,
Dios ebrio dormía en la nevada
de algún bar de mala muerte,
y en su desconsuelo imperdonable,
asintió la friega de estas dos canciones
de carne y hueso, hecha tango y guitarra,
trova y poesía,
justo al costado de la saliva de la casa
donde dormía la mala suerte.


Fue así como se eclipsaron sus miradas,
sentados frente al ocaso
del alguna turbia y suave niebla de abril.


Y comenzó luego el hombre,
a sentir en los azotes relinchar,
junto al frío de los muelles vigilantes,
los susurros brumosos en su cuello,
a la vez que caminaban sin permiso
las caricias en su pecho intimidado.


Alguien lo abrazó,
no hubo luces ni formas,
solo el escape de rugidos silenciados
junto al gemido de los labios,
suavizados con el espasmo de los vientres,
que se saludaban en la suspensión de los miedos
abstinentes de los credos y oraciones.


¡S - U - S - U - R - R - O - S!


No fueron más que dos extasiados vellos
en la solapada barba de los años,
perdidos quizás en la calvicie de la vida,
anti éticos, morbosos y amorosos,
jugando a ser padres sin hijos,
a niños crespamente desnudos,
con la botellita girando en medio de la noche,
esperando al dueño o dueña
de los sueños excitantes y armoniosos.


Pero de vino tinto y empanadas
llegó al hombre el llanto del divorcio,
cabalgando descarados los recuerdos
en los ramajes de sus ojos maltratados.


Así hoy la vida no canta,
tampoco el filtro de las voces sonámbulas
circundantes en la elocuencia de los hielos,
privados en ese masculino torso,
jadeantes en las difuntas sonrisas
que muerden a sus ermitaños silbidos.


Pese al tiempo y la distancia,
a veces él la ama.
Y ella,
más de ella no se sabe nada.


No hay comentarios.: