Fui de los que me pregunté
por qué los poetas y los cantores
se rinden con tu nombre,
fui de los que me vendí a la intriga
de saber qué es lo que producen esas cinco letras
tan armoniosamente ordenadas
en la cabeza de los creadores,
puede ser que en tu vientre escondas algo más de hojas caídas,
puede ser que la primavera nos engañó a todos
o que el otoño nunca ha sido otoño,
o serán los árboles desnudos
los que incitan a tomar el banquillo
para sentarse a inventar estribillos.
Sea como no sea,
Abril lleva siempre mayúscula,
es el posnatal de los oficinistas,
que semanas antes
vieron diluvio en sus cabezas y en sus bolsillos,
es la vedette de la trova,
desde donde nacen los pasos
hacia la vida o hacia la muerte,
es donde se conjuga el diablo bebiendo cerveza
con el Cristo buscando adeptos,
es donde se le ocurrió nacer
al Maoma de los Mormones
y es donde nació el amor
de nosotros, los llorones,
Abril lo canta el mundo,
Joaquín en España, Rodolfo en Argentina,
y el viejo Ángel en Chile,
lo cantan los dioses
y los reyes,
lo cantan las alamedas
viendo morir al Tío Lalo,
lo canta mi madre,
viendo nacer a mi hermana,
lo canta la historia,
mi historia.
Abril me vio nacer escribiendo sobre un papel,
y hoy lo veo morir
en el último segundo
donde nos vemos solos
y en distintas ciudades,
esperando que las 12
marque el inicio del 1 de mayo.