viernes, septiembre 11, 2009

ANA GONZÁLEZ


Su casco vestido de nube
se pasea entre los años;
camina y llora,
lleva colgando entre sus carpetas
la historia escrita con la sangre arrebatada
en los años sucios,
años cabalgados por los campos de flores negras,
años descansados en la memoria viviente
que la mantiene despierta,
surcando el silencio de las bestias
que impunes todavía,
hacen el brindis de cuello y corbata,
escondiendo entre la vergüenza y el remordimiento
el fétido traje de la muerte
con color verde olivo.


Anita la pobladora, le dicen los poetas,
Anita la guerrera, le dicen los dioses,
porque ni su exorbitante volumen
la hicieron renunciar a la historia,
no se le cansaron los piel ni los gritos,
ni el brazo con los rostros ausentes
mirándonos la frente,
pidiendo que seamos un poco más hombres
para no hacernos los sordos,
ni escondernos en los cantos del emperador,
que siguen presentes en los banquillos de Valparaíso.


Anita la rebelde, es la madre de la tierra
y del Zanjón,
y de San Miguel,
y de la historia,
sin tener charangos ni vientos,
sin tener los hijos
a quien regañar los domingos por la mañana,
sin tener fusiles ni democracia,
sin tener los sueños de la cobardía.


Anita no se cansa del humo,
porque sólo fue el humo
quien la acompañó en su expedición punzante
para encontrar sus tesoros robados,
para borrar de la cabeza
las pesadillas del gran hermano
hoy con los pesos de los años
cayendo sobre su celda,


no dejes de cantar, Ana González,
que el Manuel, Luis Emilio, el Mañungo
y la nuera Nalvia,
tendrán los honores de mártires,
quizás no de los gobernantes,
pero sí de la bandera,
recuerda que es tu pueblo
el que tiene memoria,
y el que tiene historia,
por eso es que te escribo
gorda de la calle ,
para que no te canses
ni aun con la muerte
persiguiéndote a paso firme,
porque será tú la nueva virgen
a quien le demos rezo diario,
porque serás tú
la nueva dueña del pasado,
y seremos nosotros
contigo al lado,
los que escribiremos el futuro.

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