domingo, noviembre 22, 2009

DELIRIUM TREMENS




Nos bebimos hasta el nombre,
abusamos sin pudor
y hasta el último cáliz,
de la sangre dulce y tintosa
del que dicen salvador;


cantamos sobre la comida
y nos golpeamos el cuerpo,
creímos botar semen,
cuando fue la boca quien nos fornicó el vientre,
obligándonos a besar el inodoro
para seguir jugando a los compadres;


inventamos unas guitarras
para llorar en el último canto,
donde nos acordamos de la mujer y sus retoños
durmiendo en la guarida que me tendrá que salvar la vida,
antes de que vuelvan a nacer las nubes.


Escapamos del amor y del sexo,
nos escondimos en la ceremonia de los infieles
y pedimos bailar una pieza
con la mujer de cristal,
esa maldita y adictiva mujer de cristal,
y allí le rezamos a dios
el favor eterno de la noche sin muerte,
que nadie sabe si mañana
se dignará a encontrarnos vivos.


Y si llega el mañana, nomás habrá que despertarse
para escondernos de los reclamos;
tendremos que asumir el holocausto
de la dueñas de nuestros hijos,
y agotaremos la llave botando agua en nuestras bocas
para terminar de una buena vez
con la pataleta de los sesos,
que nos atraen a las tabletas,
que nos reclama tener más tiempo
para la siesta.


No diremos si seguiremos vivos,
porque dependerá de cada una de nuestras dueñas,
tampoco alzaremos la voz,
porque habrá que mirar el suelo
y meterse las manos a los bolsillos,
rozar con suaves patadas el piso
y resignarse a tener que volver a nacer,
junto a nuestra herencia jugando en el living,
junto a la morena fumando en el balcón,
con nueva vida y vestido de Cristo,
haciéndoles creer a todos los santos que viven en la tierra
que las reuniones de los anónimos fueron salvadoras,


pero tendrá que llegar el sábado,
y escondidos bajo la bohemia,
llegaremos al sitio que nos mantiene vivos,
clandestinos de la señora,
sin sotanas ni buenos ritos,
y nos sentaremos junto a la corrida de las bocas destapadas,
para subirnos a las nubes,
estirando los brazos,
y decir lo que todos queremos decir,
¡salud!.

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