domingo, octubre 03, 2010

EL VALLE DE LA MOCHA



Allí las gotas caen hasta formar espumas,
las guitarras tocan en las plazas públicas,
y las mujeres miran a sus espaldas
adivinando a los espías que se muerden la lengua
con una botella entre sus manos,
sentados en las áreas verdes
que se niegan a desaparecer.

allí, supe conversar con los libros
aprendí los versos de Santa Sabina
que caían tan seguidos
como los cantos en el techo
por el mal tiempo del que nadie se queja.

Allí nacieron las cuerdas,
los timbales y las voces,

allí creció Miguel y la resistencia,
allí quedó su descendencia universitaria,
que tuvo en su género flameante
la sangre guerrillera
entre mezclada con el negro pavor
de la muerte y la tortura,

allí en los vientos nocturnos del sur,
cantan los héroes del pasado,
los hijos del mundo
que se empinan alcohol y cultura,
también amor y locuras,
en los cerros o en la laguna,
en el río o en el puerto,
en las salas de clases,
o en el parque,
en todas las esquinas
de donde deciende el perfume exquisito
de sus avenidas.

Y es que los mocheros tienen cuento
y son bravos,
porque el Valle es independiente,
y la pañoleta es para mostrarla en el aire
flameando consignas justas y necesarias,
quizás cantando, quizás gritando,
quizás marchando,

por eso es que hoy,
en el nucleo de este cemento civilizado,
tengo ese gusto lacrimógeno en la garganta,
mientras pienso en lo que ahora podría estar haciendo,
junto a los gritos incesantes de un pueblo
que merece incluso
un estado propio.

Y aquí estoy yo,
esperando algún día
poder revivir,
embriagándome como en esos años,
en los rincones del Valle de la Mocha.

1 comentario:

Pinocho dijo...

...y yo al final del valle te observo y me unto de poesía.
Saludos desde el otro extremo. Te sigo.