miércoles, diciembre 21, 2011

GARCÍA



Canta la noche con su fuego imposible,
las luces caen hacia los techos,
mientras nosotros,
nos miramos sobre los techos,
porque somos más grande
que la propia creación de Dios.


Y a Dios lo conocí también esa noche,

jugaba a ratos a esconderse entre tus pechos
aprovechando el disfraz de metal
colgando en forma de medalla,
conocí también a Ismael Serrano,
a sus amores imposibles,
y a lo posible,
lo guardamos en un libro,
porque como dice el cubano,
de eso ya sabemos demasiado.


Y allí estabas tú

pidiendo un vaso,
futuro amor de fantasía
a quien la desnudés,
era el peaje restante para este poema,


mas yo apenas sabía de palabras,

porque de palabras,
saben más los intelectuales,
que para escribir,
es para lo único que sirven.


Y alguna vez

quise abrazar la humanidad,
pero terminé pidiendo auxilio,
alguna vez
quise follarme una canción,
pero terminé ebrio
y escondido debajo de un escenario,
alguna vez también
quise hacer el amor,
y esa mujer me cambió el tema.


Hoy tengo el cielo a mi favor,

plumajes de galantería
jugando un sábado por la noche,
esquivando la suerte y la porquería,
las luces sobre la ciudad,
la respiración,
la fantasía.


Superamos la debilidad

pidiendo más cervezas,
y se enfrentaron los anticuerpos,
exigiendo más certezas,


pero la libertad siempre estuvo sobre la mesa,

qué bella la libertad,
el cigarrillo, la carta bajo el limón,
mis ojos, el incienso,
supieron antes de la vida,
también de mi resurrección,


la muerte fue solo un espectador,

testigos de colores brillantes
cayendo en su cabellera,
mientras la noche,
en la servilleta escribía Javiera,


entonces me aguanté la espera,

la calle me inventó la historia
y yo comencé a dormitar,
dependiendo de mi y de ella,
del taxi,
del servicentro, de la bebida,
del conserje,
del living,
del balcón,
de mi cama,
de la desnudés esquiva
y viva,
de la madrugada,
del sol en la ventana,
y del domingo al medio día,
pidiéndote perdón.


Tengo entre mis dedos,

tu vestido de la noche anterior,
tú tienes el cancionero de la verdad
escondido entre tu escote.
Soy un extranjero, en mi propia cama, sabes,
el exilio es la poesía,
clandestino me escondo de nuestros cuerpos ilegales,
sensuales, fatales,
duermo despierto esperando las preguntas,
que escribo en este papel,
sangre fría corriendo en la almohada,
mientras una flor, vestida con calzas
a mi lado,
me dice García,
yo callo,
que prefiero esta realidad,
que morir en la fantasía.


Tu sabes mi nombre,

el color, mi código de barras,
yo conozco la ternura,
mi propia dictadura
suspendiendo los toques de queda,
para jugar a las entrepiernas,
como adulto, navegante,
viendo en tu cintura,
mi fiel acompañante,
rompiendo las ataduras,
en esta historia,
donde tú eres comandante,
yo un aspirante,
contigo, buscando la gloria.


Mira tu cuerpo,
los ojos pidiendo amor
y tu risa buscando risas,
el verso lo llevas contigo,
natural,
en la ropa, en la sangre,
yo los tengo que escribir,
para que existan.


Tengo cadenas colgando de mis brazos,
miro hacia la costa
y no sé qué pedir,
te miro y no sé qué cantar,
mas quiero un minuto más de vida,
antes de que se te ocurra cerrar la puerta.

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