lunes, abril 30, 2007

MIGUEL EN LOS VOCABLOS



Lluvia en la intoxicación represora. Cae el poderío en migajas de pólvora, animando el cañón escondido tras la imagen mentirosa. Huye un hombre tras el silencio, pero la mujer tropieza, y el crío que no nace se golpea, se muere en la sangre inocente de un pueblo reprimido. Él la sostiene, mientras rompe el aire con unos tiros defensores.


Afueras las patrullas, afuera la injusticia, afuera está la muerte que lo espera en el subyugo ausente de sus ideales. Pero sigue en la lucha, con tres marcas en el cuerpo, abiertas al escape de la vida que se desvanecía con el transitar del ingrato tiempo.


Los ruidos de una guerra permanecen, junto a la mujer que se despide, tirada en el piso que helado comenzaba a ponerse. El niño duerme en otro mundo, ella respira en la impotencia. Apenas vive, apenas muere.


Miguel no te rindas, y Miguel no se rinde. Apenas se mantiene, pero sigue en su defensa, con el escudo de justicia y libertad en las paredes agujeradas, mientras avanzaba la tiranía, entrando ya a su casa. Aunque respira resistencia, germinan valentía por entre los gritos de los valles vigilantes que en los musgos de un espacio se toman la cabeza.


6 tiros caen, más uno que busca un cráneo. Las calaveras de los dictadores sonríen en el dolor de un consecuente, que se ve en el desliz de los aires maltratados. Llueven las mariposas en su destierro, despidiendo el llanto sumergido por la bandera usurpada, que lagrimea tras cada cumpleaños indecoroso.


Nace el recuerdo de un hombre abatido, que en los espasmos de sus tiempos suspendió los respiros y engendró el valor de unas cabezas oprimidas. El cultivo de su imagen maduró en los huertos de la lucha.


Libertad y justicia, patria y sociedad, es lo que me evoca su nombre.


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