No más canciones en la noche,
ni más noches en las letras
palpitantes por los aires,
y fulgurantes en las vibras
de las voces de tu nombre.
No más frío en lo ardores
de esa nostalgia vida,
perpetuada en el cetro existencial
de esta cama nihilista.
Adiós a las veredas y el desahogo,
con el amparo de la lluvia en cóleras
y un techo sin estrellas,
crucifican el desamparo.
Se anidan las palabras
en los versos principiantes,
que desnudan las vivencias
amargas de una savia
con inicio y clímax.
Mas ya no cantan las gaviotas
a la vuelta de mi espalda,
como el cuerpo ya no habla
de sudores en los jadeos
humectantes de unas sombras pasadas.
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