lunes, agosto 25, 2008

LECTURA CLANDESTINA



Soy ajeno a la simpleza,
porque amo tanto a la vida como a la muerte,
amo la riqueza y a la tristeza,
amo quemar mi cerebro
con nebulosas de reyes magos que no existen,
amo a una mujer que no me ama,
y amo escribirle papeles
aun sabiendo que irán a morir
como implemento de servicio higiénico,
o como combustión desesperada
comiéndose todas estas letras,


amo el cambalache de tu vientre,
amo todo el volcán de tus sienes,
amo el ajuste de tus lentes,
amo y gusto verte caminar con tu calzas negras,
aunque prefiero ver cómo te las sacas,


amo que me odies en el día,
y que me quieras en la noche,
amo saber que me lees clandestina,
que me cambies los planes
y me dejes mojando la tierra como niño extraviado,
amo llorarte,
amo saber que tu cabeza tiene preconceptos y mala disposiciones,
amo saber que es eso lo que me quita la felicidad,


amo saber que soy joven,
porque los días de vida son largos
y así podré seguir rezando hasta la eternidad
cada esquina de tu imagen.


Y sucede que hoy lloré tanto que la sequedad de mi cuerpo
dominó lenguaje,
lloré porque me quedé solo recitando la soledad,
porque mientras jurabas tomar mis pecho de improviso
esos putos amigos llegaron a rescatarte
de mi estupidez conscientizada,
y que te hicieron dejarme sordo y calcinado,
bebiendo este último verso
en el clímax de la noche
gritándome que es hora de morir,
al menos por unas horas,
para mañana saber decirte que amo también sufrir,
porque así puedo recordarte más seguido.


El adorno de mi ángel lleva tu nombre,
y aún lo sabes,
porque no sabes leer de noche.

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