miércoles, agosto 06, 2008

PARA CANTARLO


Permítanme ustedes,
hijos del demonio,
a que la noche me enrede
entre sus testimonios
y me cuente lo que las palomas hacen
para volar felices,
mientras mi cuerpo llora en esta carta
bebiendo todo lo malo que hice,
malo como el diablo violándose a una monja,
malo como un enfermo con cara de esponja,
malo como la vida que me vomita,
malo como la muerte que me invita,


permítanme ustedes,
hijos del mercado,
a decirle que he sido víctima de un pecado
de una mujer que supo despechar mi cabeza,
y por eso es que mi vida hoy no se endereza,
porque mi noche quiere verla con su recado,
diciéndome que me ama,
sintiendo cómo me besa.


Permítanme ustedes,
hijos del silencio,
a tenerlos como amigo por este día,
porque los que tuve se fueron a rebeldía,
escupiéndome los ojos,
diciéndome que nunca fue grata mi compañía,
y que debo quedarme solo
consumiendo el arsénico de mi estadía.


Permítanme ustedes,
hijos mi voz,
a tener que decirles que estoy llorando,
porque la vida conmigo no está caminando,


permítanme ustedes,
hijos de la democracia,
a tener que contarles que mis años ya no tienen gracia,
porque estoy perdiendo como en los juegos de consola,
el calor de mi amada musa,
a quien he bautizado como la amilola.


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