sábado, octubre 05, 2013

SIN NOMBRE



A metros
la piel mostaza se me vuelve roja,
los ojos me tiemblan
en cada facturación del minutero,
frente a frente,
soy un niño con pelo en el cuerpo
y dientes de maíz,
con olor a marihuana bajo la axila,
con sabor a soberbia entre las cejas,
con valentía para mirar de frente
y no de costado,
para no recular con la garganta tiritando,
cuando esos ojos florales y silvestres,
me saluden un lunes por la mañana,
a metros de mi oficina sin puerta,
sin escritorio, sin cliente.

Puede que no exista una próxima vez,
que mañana sea como ayer
y ayer como mañana,
puede que se me vayan de la cabeza
los pensamientos,
la memoria,
puede que recupere la razón
cuando ella pierda la locura,
que me vuelva invisible,
como biblioteca muerta
en el país de los generales,
como la esperanza en un cementerio,
como las guaguas en los genitales,
puede que me parpadee la voz
para responderle cualquier cosa
que no sea un estupidez,
puede que me equivoque,
y viva para contarlo.

Pero no tengo más que a mi papada vergonzosa,
tragando saliva cada cinco segundos,

¿ qué hacer cuando te tirita la mandíbula,
de nervios, de placer,
de saber que ante tus ojos,
 la estructura de carne y hueso
te ha dicho hola?

Soy un hombre libre y con barriga,
eco de un suicidio frustrado,
la consecuencia de un cromosoma liberado,
exitoso,
ahora sentado como los pianistas
que enamoran a su piano,
pero no me alcanza para pianista,
no me acuerdo de su nombre,
menos de un pentagrama,
sí de su color de uñas
del pañuelo gris saboreando el cuello,
de mis mejillas estirando una expresión,
me acuerdo de vez en cuando
que nací para ser un hombre libre
follando por las grandes alamedas,
los autos, las calles, la gente,
el edificio, la bandera, el paradero,
las veredas,
los ambulantes y los traficantes,
todo gira entorno a lo cierto
y a lo falso,
a lo que existe,
y a lo que no,
lo imaginario queda en los libros,
donde no estoy yo
pero si ella,
que es donde alcanzará la vida eterna.

Los libros nunca mueren,
tampoco esta sensación  de fin de mundo
cuando me regala una palabra,
respiro, agito, subrayo,
esquivo,
prendo la luz sobre el cráneo
para convencerme
que a la larga quiero que seas
lo que es un arma para un desquiciado,
lo que el agua es para un de-saciado,
lo que es la vida, para un desahuciado.

Yo quiero ser
lo que es para ti tu mini falda.

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