lunes, enero 22, 2007

SILENTE

Cuento Poético


Bajo la sombra del silencio miro tus cerrados ojos. Descansan como el aire huérfano en un mar pacífico. El viento y la luna tienen sexo en la ventana, como igual mis pupilas exaltadas hacen el amor con tu silueta dormida en medio de la noche. Tu respiración hace bulla, los árboles no hablan y el sol ausente sigue extasiado en medio de la paz del reseco pasto que ambienta el paisaje perdido entre cerros marchitos.

Los grillos no cantan, los pájaros perdidos no molestan, mientras que insectos infantiles juegan a las escondidas. El frío vacilante de la oscuridad nos rodea, como así también un iracundo caballo que emborrachado en soledad decidió callarse. La nada ruidosa está presente, el tiempo sin hora es mi compañía y mi atención enajenada me invita a observar estáticamente aquel lunar sumergido entre tu nariz y boca, que excitado de emociones me tiene aún despierto.

Me pregunto lo que dirá tu inconsciente. ¿Idealizarás con mi rostro? O quizás atenta simulas un sueño observando mi escritura.

Juro que ni si quiera sé quien eres. Un par letras cruzamos, un par de risas cruzamos, un par de horas cruzamos, y un par de besos cruzamos. Juro que aún la luna no responde las inquietudes de tu presencia. Juro que el desconocimiento es lo que de ti tengo. Juro también que tu belleza carcome mis deseos.

Impotente estoy en la cama del frente. Dormida estás en solitario, abrazando la almohada que compañía le da a tus silentes labios. Te miro sin cansancio. Intento encontrar aquella esencia que me cautiva. Tal vez escondida tras tu ropa estará, guardada en tus sábanas estará, oculta en tu cuerpo estará, rozando tus pechos estará, besando tus muslos estará, jugando en tu mente estará, rozando el deseo estará, o en tus sueños estará.

Cómo saberlo.

Los minutos pasan indiferentes. El aire no saluda y los llantos del canal que a orillas de la cabaña permanecía quieto comienzan a andar. Investigo mi pasado, busco en los baúles de mis vivencias alguna situación símil. Desconocida como tal apareces, y sumiso me dejas a tus encantos. Estallas mis instintos que furiosos le reclaman al Súper Yo.

Quisiera ahora estar a tu lado. Rodearme de una quimera con tu cuerpo, sufrir de éxtasis con tus besos sencillos. Quisiera en el momento ser tu almohada, recoger los cristales de tus ojos y saborear el gusto de tu piel.

Quisiera evitar lo inevitable. Antojo suspender el tiempo e inmortalizar la escena: tú tirada semi inerte en la cama del ensueño, yo al frente con el lápiz compañero de secretos. Quisiera detener a tu madre que te insta a despertar, interrumpir tus ganas de huir e inyectarte la dosis de un coqueteo que solo en mi mente está.

El sol comienza a aparecer, los gallos forjan una sinfonía desesperada, y el caballo que en la mudez del campo estaba, decide violentarse en relinches. Mientras, las nubes asoman la frustración y tú, en tu cama, ya no estás.

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