lunes, enero 29, 2007

RUN RUN, VIENEN LOS VERDES

Poema

Tardes polvorientas en el barrio,
ocaso de alegrías,
llantos calurosos en la frente,
espalda en sudores de trabajo
y bolsillos vacíos en los almacenes.



La abuela pide un aire,
tiene una bolsa de té en sus manos,
tres tazas la esperan,
dos panes siembran su comida,
y la vela que se apaga,
enciende la caminata de sus ojos.



Fisuras varias muestran sus años,
70 y un par de tragos lúgubres tiene en su cuerpo,
Y sola está en el muelle de la vida,
buscando fúnebre a su adicto que zarpó un día,
de improviso y a mitad de camino,
ahogado en el frío de cantos enjaulados,
cuando la edad de cristo los pilló celebrando el primer beso.



La anciana,
sola en el palpo de sus sienes,
jadea los labios en su desierto,
llorando margaritas de sus pupilas
y botando rosas tenues de una esquina que se esfuma,
al igual que esa imagen del viejo saludando.



Familia son sus dos nietos,
pequeños ángeles de plata,
aquellos hijos ilegítimos del útero
que alimento no tiene para darles,
pues seca tiene la cordillera de risas,
con agua sucia mojando su rostro.



El hambre aloja en su cocina,
mas el llanto nace por los niños,
inocentes suspiros humanos que miran el sistema
pasar por entre sus enojados vientres.



La noche levanta su mano,
el show de luces cae en su cabeza
armando un circo de emociones,
y la anciana,
que en el silente ruido de sus niños,
sigue derramando brillos
recordando al querido viejo.


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