martes, febrero 26, 2013

PLEGARIA PARA UN AMIGO DORMIDO



Hago un esfuerzo por respirar más lento.
Estoy  frente a la cruz
sin rezos ni cáliz,
me mira tu foto sobre el altar 
intimidando mi conciencia,
han pasado los años,
ha muerto la carne,
y los recuerdos
los escribí en este ramo de flores,
que dejé a los pies de su cama.

Siempre tuve miedo de venir,
todos los muertos viven bajo tierra,
y yo a ratos vivo muerto
deambulando sobre la tierra,
tierra que piso y vuelvo a pisar
a veces pidiendo un poco de silencio,
rogándole al silencio que nos deje en silencio,
y empezar a vivir de nuevo,
cuando toda la historia se pudra allá atrás.

Siempre he sido bueno para dar explicaciones,
también para pedir perdón,
por eso estoy parado aquí
frío y a la vez sensible,
soy un pez en el desierto
buscando barcos de papel
que me saquen de toda esta putrefacción,
soy una esclava negra
huyendo por el bosque
sin destino ni convicción,
sin causa ni efecto,
por eso estoy parado aquí,
frío y a la vez sensible,
para encenderte una vela
y esperar que las horas pasen,
antes de que en una de esas
te dignes a despertar.

Y si despertaras,
verías rostros muertos
caminando por tu casa,
por mi casa y por la de los demás,
verías a los vecinos fingiendo sonrisas
para poder sobrevivir,
todos viven para poder vivir,
y no para vivir,
y pienso que tal vez sea mejor
que te quedes allí donde estás,
que aquí a Dios se le olvidó rezar,
ha colgado los lentes
para irse a descansar.

Pero no vine aquí para entregar sermones,
y puede que tal vez te pida un poco de limosna,
me han fallado los amigos
y los que no son tan amigos,
han escondido sus manos
justo cuando necesitaba de manos,
he quedado solo en el pentagrama de colores
en el cual ya no veo tantos colores,
y vine aquí a escuchar tus palabras,
palabras de soplos corrientosos
que caen desde el árbol
que da sombra a tu rincón,
rincón que después de cinco años vine a visitar,
sólo por la desdicha y la necesidad,
lo reconozco.

Y ahora que estoy aquí, no me quiero ir,
comparto mi ingratitud con tu propia idolatría
colgada en tu foto como rey midas
a la mitad de este pabellón,
me siento a mirar a tus vecinos
que nos espían,
allí están también
esperando un poco de esperanza
que les permita por lo menos
un poco de agua para sus flores,
yo ayudo no de solidario
sino de compasivo,
y muerdo la última estrofa
escrita en ese libro de mármol,
antes de que me largue a llorar.

Pienso en la última vez que te vi,
y no me acuerdo,
tal vez si me ves por la calle
me reconozcas
vaciando los barriles
o limpiándome la sangre
cayendo de mi rostro,
tal vez allí
me acuerde que alguna vez fuimos amigos,
los mejores amigos,
antes que el agua cerrara sus puertas,
secuestrando tu cuerpo.



A la memoria de Alvaro Rivera Almuna

No hay comentarios.: