viernes, octubre 10, 2008

LOS CARTELES


Algunos que vemos siempre
abriendo la boca junto a los logos de TV,
hoy me saludan en la calle
sin siquiera conocerme,
me levantan el pulgar
ofreciéndome frases
sacadas de la Biblia
o de algún manual de engaño
que nos atrapa para marcar la rayita
en el lugar indicado por el hombre
sonriente frente a mis ojos.


Y aunque sé que en la calle manda el pavimento,
y en la plaza gobierna el pasto,
los árboles,
por ciertas fechas se acurrucan a llorar
porque unos tablones con caras de famosos
estiran sus labios para contar que son risueños,
felices, y caídos del cielo,
son hijos de la gestión y la cercanía,
aun cuando nunca nadie los conozca en persona,
y profesan un mundo lleno de alegrías
y sana convivencia
por un proyecto país del que todos hablan
y del que nadie conoce siquiera un podrido artículo.


En la esquina, mientras
un sucio y esforzado overol reclama hacia las nubes
la ingratitud de su día,
por despertar junto a la luna
para embellecer la ciudad,
y encontrarse con estos feos rostros,
potenciales jefes,
que le piden una oportunidad
para sentarse en el sillón de oro
y comportarse como el admirado Al Caponne,


La ciudad está sucia,
y las alamedas lloran toda la noche,
porque en el día lloramos nosotros,
que no queremos mentiras
ni marketing mal oliente
en medio de nuestras calles.

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