martes, octubre 02, 2007

CARTA II

Poema


Confieso que discuto con los días,
confieso discuto con el lápiz que danza líneas de tu nombre desde el alba,
discuto con mi carne tatuada de versos congénitos a tu sombra,
discuto con la muerte por haberte seducido, con la vida por su descuido,
discuto con el retorno de tu espinoso cuerpo,
discuto con el torpe avance de los meses que me dejan trabado
a media escala de la cima
donde esperan tus palabras.


¿En qué estará, mi amada actriz, el laberinto de nuestras vidas?


Soy yo quien fecundo letras,
quien engendra esta infamia de sangre incolora
sobre mi rostro,
que a diario le miente, con brutales rimas y baladas,
a esa ingenua y virgen hembra
que nada sabe de mi mente.


Observa, querida, el espejo de mis cuerpos,
y adopta la brisa descarada de mis actos,
que habrá pronto un desnudo sitio
que enhebre nuestras sonrientes y agitadas siluetas.


Y si occidente de asco nos insulta,
nos quitaremos los perfumes,
y putrefactos nos marcharemos
donde nos apunte la muerte.


Por el momento,
mas sigo viviendo en las estrofas, en la poesía,
pues es nuestra cama en la distancia,
donde gozamos el sexo cuando duermen nuestros ojos
y se despierta el inconciente.


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