domingo, octubre 14, 2007

LA AMILOLA

Poema


La amilola es un poema,
poema con forma de muslos, de senos, de vientre,
que forman los versos que abrigan mis versos,
los que duermen mi cuerpo
apuñalado con las ganas
de tenerla entre mis manos
recitándole estas letras.


La amilola fue mi novia,
me conoció sin barba jugando a ser joven,
cuando recién era niño entre los pastos
de la neurosis, psicosis,
simbiosis y todas la osis que tengan entre sus dedos
el perfume de la conjugación matemática
entre los AMIgos y los poLOLOS.


La amilola en su boca tenía un lápiz,
cuya tinta emanaba de sus labios con forma de saliva,
con el que firmó junto a mis sienes el pacto de amilolos,
y donde fuimos criaturas inocentes, jóvenes pubertianos
durmiendo en la laguna de plumas de apenas una plaza,
con marco de fierro tipo camarote de internado de niñas
a punto del derrumbe.


Cuando conocí a la amilola, tenía heridos sus pechos,
pero me gustaban sus pechos,
porque me recordaban al yo escolar artista
que alguna vez fui
haciendo figuras de greda en un colegio de sexo prohibido.


La amilola tenía lentes, me sonreía,
caminaba exagerando sus tiernas caderas
que posaba en mis manos cuando abrazados
y elegantes,
comíamos completos en el mercado.
Esa vez, cómo olvidar mi rostro masturbado
en algún espejo de aquel lugar,
cuando como niño lloraba por creerme enamorado
a la vista de los feriantes rascándose la nuca ante mis ojos.
La amilola, pues, me tenía enamorado,
la amilola, pues, me tiene enamorado,
la amilola, pues, me tendrá enamorado,
quizás de ella, o quizá no,
quizás de su siniestra pasión por la muerte,
quizás de sus anticonceptivos,
quizás de sus antidepresivos,
o de la sola razón de saber que me cortó el teléfono
cuando le decía que la amaba.


¿Qué tendrás, mi amilola, que aun ante la displicencia,
me tienes cazando víboras libres y penetrables, para
olvidar el día en que cerraste tus piernas
y me dejaste vomitando el deseo de hablarte
hasta el cansancio de los días que no cesan su avance?


La amilola no sabe que le escribo,
quizá interpreta,
pero no sabe que le escribo.


La amilola piensa que la olvidé,
y quizá la olvidé,
quizá su embase ya no me es reconocible,
quizás su rostro hoy está retocado
buscando su nueva casa,
porque la amilola tiene nueva casa,
y porque ella sí me olvidó,
porque ya no me lee,
porque hoy me subestima,
porque sabe de mi sonrojo
y del terremoto de mi cuerpo
cuando la tengo cerca,
porque la amilola tiembla el sonido de mi boca,
porque la amilola me transforma en estatua sedada
y me hace ignorante, me quiebra el discurso
contagiándome un parkinson con sus ojos.


La amilola lleva una máscara,
y yo no quiero esa máscara,
ni su cuerpo,
yo sólo quiero un segundo
para esbozarle en su rostro
el secreto de mi mente,
y aunque ella no quiera,
sabrá que aún ante la idea de verla
caminando de la mano ante su nuevo muso,
y de verme a mí besando alguna honrada
y falseada buena hembra,
seremos y para siempre
los únicos amilolos del mundo.


(Febrero, 2007)


1 comentario:

Afortunada dijo...

y siguen las letras amilolo?

te entiendo pero al mismo tiempo no entiendo porq siguen estos escritos
ha pasado bastante tiempo de todos esos sucesos...

me gustaria saber q estas bien... pero eso seria para descansar mi conciencia
asiq prefiero q me digas la verdad...