lunes, mayo 12, 2008

DEL QUERER VIVIR


Me enseñaste a identificar cada espacio del espacio,
me dijiste que el tiempo a veces le da por morirse
cuando uno lo malgasta,
me hiciste saber que allá afuera,
en eso que le llaman vida,
se vive una de las fiestas más grandes y extensas
que ni siquiera el mismo Cristo recuerde,
me dijiste también que mientras perdíamos los sentidos
pensando en lo sarnoso y complicado de nuestra existencia,
dejábamos pasar ese festejo que allá en las afueras sigue caminando,
amenazando con dejarnos fuera de las campanas,
de las piñatas que sonríen por colgar de las nubes
que alimentan la pureza con tangos en los mentones,
con lámparas en las estrellas que nos dicen
donde se debe alumbrar para no perder el terreno
que quizás qué sujeto supremo,
en sus ratos de ocio,
creó para que nos conociéramos
y pudiésemos ahogarnos en los respiros,
ojo, siempre en los respiros,
que nos regala el tiempo, motor de esta fiesta
que intenciones no tiene de terminarse.


Pero tiemblo del miedo por saber que tus sienes
parecen no encontrar el vestido perfecto,
razón por la que llevas varios días surcando la maleza de la muerte,
coqueteándole a los llantos,
a lo siniestro que resultan las sucias cabezas
que te hacen pensar que ese puto vestido es más importante
que la libertad de poder acceder,
sin previo corte de entradas,
a este maravilloso paraje
donde los dj’s son el universo de aves
que revolotean arriba de todos los cerebros,
donde las piscinas son naturales,
y donde la única gracia está en poder sonreír
cada vez que susurren en nuestras frentes
toda la brisa que cada esquina del planeta
nos vomita dibujando sus finos colores
que nos hostigan a seguir vivos.


Por eso es que me digno,
más allá de que cínicamente ocultes la idea
de querer matarme,
que mientras te desgarras la camisa recordando a la muerte,
en tu ventana se ve caminando la vida disfrazada de parques,
de niños tropezando en sus torpezas,
de cuadernos y edificios educadores,
de un hombre desesperado por querer mojar sus manos
y hundirse, si es preciso,
para que encuentres el día en que puedas ser grande,
adulta, amada y feliz,
como lo soy ahora terminando ahogado en medio de la noche,
todo este círculo de símbolos para que decidas,
de una vez por todas,
descapricharte del vestido y salir a jugar a ser viva.

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