domingo, septiembre 21, 2008

EL POEMA DE LOS BUENOS VOLADOS



Los ojos abiertos no impiden
que la cabeza sueñe el amor profundo
entre una hormiga al fondo de la casa,
y un gusano entrometido bajo la puerta,
huido hace media hora
también hacia donde lo espera la hormiga,
no impide que se dejen ver amándose de una forma tal
que la consumación sexual parece sólo un trámite
entre tantas caricias y versos al oído
que el gusano declama ante la mirada fija
de un hombre soñando
con las pupilas encendidas.

No hay vasos sobre la mesa,
tampoco botellas,
sólo un cenicero que recibe los escombros
de la medicina que permite pensar
que cada Dios es una casa,
y que sus cerebros son las ampolletas
que nos indican el camino lógico
en medio de la noche diablesca
que incita a tropezarnos
con nuestra propia torpeza de no poder ver
en plena oscuridad.

Más a la orilla, en tanto,
el mismo hombre asegura que la luna
comienza a toquetear coquetamente
a la ventana que, como buena mujer,
no hace más que estar quieta
ante tal excitante arremetida;

segundo después
claramente el sexo se vislumbra
entre la ventana y la luna,
todo en medio del humo
volando hacia el entretecho
que espera dormido.

Otro individuo recién comienza el sueño,
y afirma que su boca es un volcán
eructando los flatos del almuerzo
aún activos,
escribe que sus labios son el pico volcánico
en medio de una blanca cordillera
que sería las paredes pintadas hace tres semanas
del color de las nubes veraniegas.

Y en el baño,
un joven sentado llora por la indiferencia
que su propio estiércol hace al no responderle
el por qué es que tan sucio
y asqueroso.

En la pieza,
otro soñador que gusta la escritura,
toma lápiz y papel
y redacta el poema de los buenos volados,
diciendo que es el poema de los dioses
y de la planta que nos hace libres
frente a la desgracia que la realidad nos propone,
escribe que cada día somos unos seres vivos,
pero que esta noche,
con el humo disipado entre cada respiro,
somos más personas que nunca,
somos hombres,
vivos y ajenos a la exequias de lo rígido y legal,
somos los hombres dueños
del Poema de los Buenos Volados.

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