martes, septiembre 16, 2008

ESTA ESPECIE DE POEMA NO TIENE NOMBRE



Tengo la impresión de que este es un buen momento para escribir,
escribir lo que quiera escribir la escritura,
sin siquiera tener la necesidad de nombrar mi nombre,
para que nadie me nombre
aun cuando sepan que ya soy un hombre.

Tengo la impresión de que este es un buen momento para escribir,
escribir tanto como el número de mentiras que el Vaticano me dijo
cuando recién portaba la túnica ante el colgador de cruces,
o como cuando debajo de esa misma alba la pelvis jugaba a masturbarse
y saltar antes de que el viejito arrodillado frente a la virgen
diera vuelta su alma y descubriera el fogoso flirteo de la palma derecha
coqueteándole al miembro,
porque decir miembro suena mejor que llamarlo pene,
pico, callampa, quetejeidi, 4 letras, dedo sin uña,
pija, chocapic, longaniza viva,
suena mejor y más amable,
más lindo y hasta más tierno (para los sádicos, locos
y escritores),
así que hoy seré el semen de la léxica
y diré que de mis dedos están sucios
no por ser sucio,
sino que por falta de agua,
que no es lo mismo, pero es igual.

Tengo la impresión de que este es un buen momento para escribirle a la luna,
y aunque los poetas vanguardistas digan que la luna es cursi,
yo les digo que se vayan al mismísimo carajo,
que se pudran allí justo donde el diablo deposita sus fecas
y donde se fornica a los rebeldes santos
con rodillas raspadas de tanto haber mamado a un Dios que a veces existe,
y que se esconde ante la tragedia del pueblo
cuando el camino es de tierra y la casa de un podrido adobe,
y es que quizás el Dios de los católicos sea el dueño de una transnacional
con la sede principal en la bota europea,
desde donde maneja las inversiones en las sucursales ubicadas en el mundo entero,
incluso en donde las paredes de la gente son de un cartón a punto del llanto.

Tengo la impresión de que este es un buen momento para no titular este poema,
anti poema, prosa o la porquería que sea,
porque no es la cabeza ni el pecho quien escribe,
sino mis dedos,
sí, mis dedos,
que ahora les da por redactar su epitafio
diciendo que quién me llore en el día de mi final,
será invitado al asado que mi hija
hará en mi nombre.

Tengo la impresión de que me quiero poner romántico,
porque me pregunto si en cada paso de mi conciencia,
habrá un instante en que sea yo quien maneje mi lápiz
y poder parir una serie de letras que no hablen más de ella,
esa musa que me hace quinceañero al poner mi cabeza mirando el cielo,
cada vez que la fotografía me cuenta de su rostro.

Tengo la impresión de que es mejor que me calle,
para no ponerme a llorar escribiéndole a mi mujer
que poco tiempo fue mi mujer.

Tengo la impresión de que ya terminé mi escrito,
y de que no sé si es poema o alguna cosa.

Tengo la impresión que tampoco le he puedo nombre.

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