jueves, septiembre 04, 2008

LOS ANTIDIOSES



La hierbita a veces toca la batería,
juega con las cuerdas
y bebe junto a los pianos
la última gota de rock and roll
sobre el whisky derramado
en los pechos de las monjas,
pechos lamiendo muslos
en los camarines de los Antidioses,
que profesan la plegaria del polvito energizante,
que rezan a la tierra sus hijas verdes
capaces de besar el intelecto de los creadores,
genios de la verdad sobre el escenario,
genios de la noche sobre la cama movediza
que gritan promesas olvidadas a la mañana siguiente,
genios de cortos
gambeteando a los normales
para depositar en la vagina del estadio
el estallido del éxito,
el grito de un orgasmo compartido
por el aguante de los esclavos,
hijos y arquitectos del palacio interminable
de los Antidioses,
que ven cada día cómo el mundo
les regala vuestros fieles rezos
en la radio, en la tv, en lo diarios,
y en la calle.


Y mientras el humo golpea las calcetas,
otro Antidios se cae de la tarima
poniendo a prueba nuestra fe de pecadores,
recriminándonos por dejar un segundo de besar el templo
para darle de comer a nuestros hijos,
olvidando la homilía del sábado por la noche
que dice que hay que cantar hasta que duela,
que dice que hay que alentar hasta que duela.


Hay Antidioses que hacen goles con la mano,
otros se caen de los edificios
para comprobar si la tierra realmente es de tierra,
otros, en tanto,
se cortan las mangueras de sus cuerpos
para que toda la hinchada del codo sur
llore como si el tablón cordillerano
cayera sobre nuestras cabezas,
cabezas iluminadas del spiriri santi
de Roma y su techo de oro,
cabezas amasadas con las manos del todopoderoso
que nos dice de los genios
que habitan en alguna tonada pasmosa,
y a quienes debemos adorar
hasta que termine el concierto de nuestro mundo,
o hasta que muera el partido de nuestras vidas.


El Antidios es un intelectual,
porque sabe como morir,
pero desconoce de la vida,
no sabe cómo dormir.

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